Periodista

Algunos serán gamberros y maleducados, muchos de ellos puede que se pasen con el alcohol los fines de semana y una buena parte acude de madrugada cuando sale. Pero los jóvenes, al menos los de Badajoz, han demostrado que saben obedecer y que cuando se les prohíbe algo por ley, lo acatan y no se revelan, si consideran que es justo y necesario, como parece que así ha sido, a juzgar por los resultados. O puede, simplemente, que hayan entendido que no les queda otra.

Ha bastado con que la Junta de Extremadura saque adelante una ley que prohíbe beber en la vía pública y que el ayuntamiento marque un lugar donde hacerlo legalmente, para que los jóvenes, en rebaño, acudan al sitio marcado sin protestar, públicamente.

La policía se plantó el pasado fin de semana en San Atón, lo hizo para "informar" de que allí ya no se podía entrar a beber y, al menos entonces, los que se acercaron obedecieron y se marcharon a beber al río, donde les habían indicado sus "mayores". Este fin de semana, la policía ha vuelto a colocarse en San Atón y los pocos "despistados" que se han acercado a hacer botellón, se han marchado obedientes.

Había quien preveía una guerra feroz en la calle, y pensaba que aquí se reproducirían los hechos de Cáceres pero, hasta ahora, los agoreros han fallado en sus previsiones. Los jóvenes han respondido en silencio, sin discutir y han acatado las normas que los obligan a respetar el derecho al descanso de los demás. Los jóvenes han demostrado que saben protestar en la calle, pero lo hacen contra otras decisiones, tan injustas como la guerra.