Kuzguncuz Bostani es el resultado de un pulso al poder. A un gobierno acostumbrado a imponer. Dictador que aprovecha su posición traficando con el miedo de otros a cambio de favores oscuros que esconde bajo un velo, como el que cubre, cada vez más, a las mujeres turcas. Su zarpa todopoderosa se extiende sin pausa al otro lado del Bósforo, en la humilde candidez del pueblo, ya en Asia, que mira asombrado el crecimiento imparable de Estambul, bella y desmedida. Casas de madera empinadas en colinas, de colores a juego con las buganvillas o el estrecho, acogen en la partida de dominó, el café oscuro y lento, largo. A la sombra de las parras pasan las horas, sesteadas, la venta ambulante de cerezas, la barbería con su tertulia y la joven artesana que diseña pulseras con los símbolos de las tres grandes religiones, como una sonrisa frente a la intransigencia. A dos pasos de la Iglesia ortodoxa y la mezquita pasan con capazos y alegría a espuertas. El recinto es su orgullo, un solar destinado por los intereses económicos de Erdogan, a la construcción de edificios modernos, ya es de todos. Lo protegieron las voces de los ciudadanos; sus brazos enlazados hicieron de barrera, sus denuncias empapelaron de coraje, de arraigo, de sentimientos, las paredes de los ministerios. Y con sus manos plantaron higueras, tomates entre cañas, ajos, cilantro, berenjenas y pimientos, junto a capuchinas y bulbos que estallarían en flor en otoño cuando el suelo pareciera muerto. Delinearon acequias, amontonaron abono, construyeron columpios, para que los niños jueguen mientras sus padres rastrillan y los abuelos aconsejan, curan las plagas, dirigen a los jóvenes. Acomodaron bancos donde comer, desde donde oír a músicos los domingos y confeccionaron con lienzo una pantalla para ver películas, juntos, las noches de verano. Y así, los árboles dieron su fruto y las cosechas se sucedieron. Las cuadrículas del huerto con el cartel de cada especie y el nombre de la familia que la trabaja fue confomando algo más que un jardín: el símbolo de su unión, de la fuerza y la lucha tranquila, un ejemplo a seguir, un arma cargada de futuro.