Dos arquitectos amantes de su oficio, Daniel Jiménez y Jaime Olivera, recogieron el Premio Autónomo, que dedicaron a su equipo y a su familia. «La arquitectura debe siempre formar parte inseparable de la sociedad», defendió Olivera, quien además definió a los autónomos como «supervivientes». Jiménez no quiso leer el discurso que llevaba preparado, se dejó llevar por los agradecimientos y quiso desgranar los valores que lo han guiado: «la constancia, el rigor, la búsqueda incansable de la excelencia...».