Arqueólogo

El asunto de Biblioteconomía es recurrente. Los alumnos se quejan, y parece que el decano los respalda, por las condicione del sitio. Aceptan --y otorgan-- como algo inevitable, tener que estudiar en una facultad rehabilitada, a la que algunos nunca quisieron ir, en beneficio del Casco Antiguo; pero deploran lo inseguro del barrio, lo descuidado del entorno, la vegetación descontrolada, el barro y las malas condiciones de la carretera de acceso a su facultad. No diré que no tienen razón en algunas cosas; sólo en algunas. Y, sin duda, les convendría afinar la puntería para dirigirse a quien pueda, de verdad, solucionárselas. Aquí les brindo algunos instrumentos para acertar en la diana.

La inseguridad del Casco Antiguo es un tópico cuidadosamente cultivado por una cierta opinión pública, no sé si interesada o inocente. Allí se han cometido robos y algún que otro atraco. También en otras zonas de la ciudad. Sería bueno conocer las estadísticas. Lo mismo la proporción de delitos en esta zona es menor que en otras; unos tienen fama... Siempre se invoca el ejemplo de algún conocido, del que se dice que fue atracado en no sé qué circunstancias. A lo mejor es cierto. Pero el remedio debe exigírsele a la autoridad gubernativa. En este caso al delegado del Gobierno y al ayuntamiento. Es hora de solucionar, de una vez por todas, el asunto, piedra fundamental para la recuperación del barrio más antiguo de la ciudad. Allí se encuentran las oficinas de la Policía Local y la, otrora, jaleada comisaría de la plaza Alta. ¿Para qué sirve allí la presencia policial? Es de recibo que se cometan delitos --menos de los que se afirma--, gracias a la inutilidad de esas presencias, de gran valor eso sí, aunque sólo sea decorativo.

De la exagerada inseguridad del barrio no son culpables los aterrorizados alumnos, ni los vecinos, sólo los responsables de la seguridad.