Botas camperas y traje corto de cuadros, "porque el de luces es para cuando hay que brillar", y en la cara una mezcla de ilusión y prudencia. Esa era la imagen que ayer mostraba Israel Lancho en su vuelta a un coso taurino tras la grave cogida que sufrió el pasado 27 de mayo en la plaza de Las Ventas, en la feria de San Isidro.

La plaza de Badajoz fue el escenario elegido por el torero pacense para matar ayer dos toros de Juan Albarrán a puerta cerrada, que son el paso previo a su reaparición el próximo 15 de agosto en la plaza de toros de Almendralejo. Unas 90 personas, entre las que estaban amigos, apoderado, compañeros y alumnos de la Escuela de Tauromaquia, fueron testigo de esta ´prueba de fuego´, junto a varios medios de comunicación.

La tarde comenzó con un primer toro flojo, que no le permitió lucirse en exceso, aunque si lo mató sin problema. El segundo le dió más juego e hizo posible que regalara a los asistentes un amplio abanico de pases, incluso con el pitón contrario y a este también le dió muerte sin ningún problema.

Terminada la corrida, el torero de Badajoz declaró haberse sentido "fuerte, capacitado y con ganas", aunque aseguró que se vió más flojo de lo habitual en "colocación y muñeca". A esta prueba llegaba después de haberse preparado durante dos meses con reses de fincas de algunos amigos y de recuperar el fondo que había perdido después de tanto tiempo sin poder hacer deporte. Ahora Israel Lancho continúa con su preparación a la espera de que llegue el ansiado día de su reaparición, en el que quiere lucir el traje que llevaba el día de la cogida, y que espera con "la misma ilusión que un niño el día de Reyes".