Flaneando, como dicen los franceses con ese verbo de imposible traducción: callejear vagabundeando. Al llegar a una esquina en el 7 arrondissement, la placa azul marino le sitúa en la rue de Grenelle. Paró en seco. Miró sin ver, como buscando la concentración que le faltaba. Conozco la calle. Había una chica. Hace cuántos años. Un instante más deteniéndose en las balcones, en las mansardas, queriéndolas convertir en la magdalena de Proust con que atraer al pasado. Aturdido, reanudó el paso, resignado a que aquella mujer, ni siquiera su nombre, sobreviviera. En los bulevares, melancólicos, crujían en el suelo las hojas de los tilos. Cuántas pasiones caducas.

Desaparece aquello que fue importante en su día? Labios jubilosos que se resistían a separarse, ni por unas horas, tan impetuoso era el amor, tan paralizante la ausencia. Las estaciones se suceden, convirtiendo quizá en sombra fugaz lo en apariencia indeleble. Puede que ni siquiera aquel dolor, intensísimo, que para eludirlo les hizo cambiar el rumbo, deje más que una imperceptible cicatriz en la boca del estómago. Y Los aniversarios que imaginaron escocerían siempre, pasen sin inmutar los calendarios. Que el tatuaje en la cadera, donde parecía marcarse su mano, descansando allí en cada paso, se convierta en mera decoración que lucir en verano.

Aquellas guerras, las inmisericordes reivindicaciones en las que se empleó tanta fuerza, desfallezcan sin aviso, por falta de riego, deshojadas, sin nadie enfrente ante quien imponerse o a quien doblegar. No causa ya nada parecido a aquel vuelco, no provoca ni una condescendiente sonrisa, el enajenante enamoramiento disfrazado de ultimo tren, al descubrir que esa ilusión vana también se olvida y como de la vida, apenas nada queda. Hace frío. Pero como un regalo inesperado no estamos solos y el sol del domingo calienta. Hace brillar la lluvia y los ojos se cierran, guiñados por la luz, agradecidos, por, pese a todo, haber mirado con avidez, por saberse contemplados, por amar sin descanso y haber sido amados. Y ahora si, mansamente, en paz, el tiempo pasa y sin pérdida sigue su camino.