La cuarta sesión de preliminares del COMBA 2017 tuvo un nombre propio. La murga Esto está ganao, la formada por antiguos miembros de los Niños y los Murallitas, con tipo de abogado despistado (Inocente Rodríguez, recuerden el nombre) presentó el pasado jueves su candidadura a todo. Los letrados han ganado el primer caso con unanimidad del jurado popular, el jueves el público del López de Ayala, que los vitoreó de principio a fin. Veinte minutos desternillantes que bien valen pagar una entrada y que dejaron a las demás agrupaciones como meros cooperantes necesarios de una gran noche murguera.

La sesión la abrieron las Polichinelas, que volvieron a elegir un personaje del televisivo José Mota para defender su repertorio. Esta vez fue el tío de la Vara, al que convirtieron en mujer protestona. Buenos y bonitos los pasodobles en letra y en música, en especial el segundo: una copla a la inclusión que contó, como ya hicieran las chicas de 20D Copas, con una intérprete al lenguaje de signos. Son agradables de escuchar y nunca sobran. Aunque, por lo visto hasta ahora, la siguiente ronda va a estar muy cara...

El testigo lo cogió otra murga femenina, Murguer Queen, con menos talento que sus predecesoras en las tablas pero con una idea del tipo más original: enfermas del carnaval con un forillo lleno de chapas, recortes y póster de las agrupaciones que han marcado la historia reciente carnavalera. Lo mejor de su repertorio: la arenga del segundo pasodoble a todas las murgueras, de cualquier agrupación, para caminar juntas como compañeras en el carnaval. En el popurrí sacaron su lado crítico, aunque no llegaron a brillar en toda su actuación. Tendrán que mejorar mucho en ediciones venideras.

Y, antes del descanso, el éxtasis. Si el combinado de Niños y Murallitas, con La leyenda de la nave de los desertores, dejó boquiabierto al personal en su primera comparecencia de 2016, con Esto está Ganao han hecho lo propio en esta edición. Su tipo de abogado descuidado consiguió pintar una sonrisa perenne en la cara de todos los que los vieron. Un letrado que se llama Inocente, que tiene la ’venia’ hinchada y que, encima, sacó el hacha, y de qué manera, en los pasodobles. Los remates de ambos, las dos últimas frases, resultan geniales. Los cuplés y el popurrí engancharon. Sentencia: victoria ayer y candidatos a todo.

Los piojos de la Mascarada retomaron la acción tras el descanso. Y repartieron de lo lindo. A diestro y siniestro. Sobre todo en el primer pasodoble. Al público, al jurado... «Y quien se pique, pues que se arrasque», cantaron. En el segundo criticaron a los que se levantan de la butaca y se van del López al mismo tiempo que la murga a la que siguen. No desentonan en su repertorio, pero no llegan a ser sublimes. No dejan de provocar sonrisas, aunque pocas carcajadas. Otros que no lo tienen fácil para pasar de ronda.

Los Taifas, siguientes en actuar, mostraron mejores intenciones que soluciones. A priori, el tipo elegido, un náufrago en una isla desierta, no está demasiado explotado y podían sacarle mucho juego. No fue así. Los dos pasodobles, el primero a Manuelo Chavero (con palo a la prensa por no prestarle la misma atención que al caso Diana Querr), fueron lo mejor de su actuación. Lo peor: las voces, aunque, eso sí, sin llegar a los paupérrimos niveles de otras agrupaciones.

Los Espantaperros, con tipo (muy conseguido) de gremlins, cerraron la actuación con una desigual comparecencia, aunque protagonizaron el momento emotivo de la noche. Con un hueco vacío en la primera fila de la murga, dedicaron una letra a uno de sus componentes que este año no ha podido salir por enfermedad. «Dios elige a sus mejores soldados para que luchen», le cantaron. Toni, el protagonista, les escuchaba desde el patio de butacas y se levantó para recibir una gran ovación. Tampoco es malo su estribillo, sobre todo para los que sigan el carnaval en la calle. «·De beber, hasta el agua de las fregonas».