Era joven, menudo, normal..., y asesino. Aquel hombre trabajaba en su pueblo de albañil, tenía amigos y llevaba a sus dos hijas a la feria. En definitiva, hacía una vida normal, como cualquiera de nosotros. Sin embargo, un día, en el silencio, la soledad y la oscuridad de la noche, cuando el mundo dormía, estrujó a su mujer contra él y tras acuchillarla la sintió morir entre sus brazos. En el juicio celebrado esta semana en la audiencia provincial, y en el que un fiscal, tres abogados y un jurado popular le declararon culpable de asesinato sin atenuantes, el hombre joven, menudo y normal, dijo que la quería.

Aquel individuo, que llegó a pedir disculpas a la familia de la víctima al finalizar el juicio, no podía soportar la idea de no haber sido el primero en la vida de su mujer. Nunca pudo perdonarle a María del Carmen haber tenido una relación sentimental con otro hombre antes de conocerle a él. La desconfianza y los celos ya le acompañaban el día que se casó con su víctima. Sin embargo la quería. Líbrenos Dios de esos hombres normales que tanto nos quieren y guarde a todas las personas que trabajan en la erradicación de esta normalidad que persigue a las mujeres.