Badajoz deja de ser árabe a la una de la madrugada. Es la primera edición de Al Mossassa que así ocurre, tras las protestas de vecinos por el ruido de las fiestas que congrega el Casco Antiguo. Los vendedores y artesanos al cargo de los 40 puestos del mercado árabe, entre la plaza Alta, la de San José, la de Santa María y este año además la de Saénz de Buroaga, se vieron sorprendidos la noche del viernes, cuando a la una, la policía los avisó de que había llegado la hora de cerrar, y eso a pesar de que los agentes les dieron tregua, pues se había anunciado que el mercado estaría abierto hasta las 23.00 horas y las tres barras podrían hacerlo hasta la una. A esas horas todavía había muchos clientes en todos estos entornos, ya que las elevadas temperaturas del día retrasaron la llegada de público a las actividades de Al Mossassa.

La policía local confirmó que la noche fue muy tranquila, que la afluencia fue menor que la primera jornada del año pasado. También informó de que los puestos y las barras cerraron a la una y que el resto de los bares de la ciudad cumplió «religiosamente» el horario autorizado, media hora más tarde.

Iñaqui González, dueño de la barca vikinga junto al Museo de la Ciudad, se lamentaba de que no hubo público por la tarde porque hacía mucho calor, hasta que al anochecer empezó a subir más gente «y a la una cuando estaba en pleno auge, tuvimos que cerrar porque llegó la policía». «Yo entiendo a los vecinos, pero esto es una vez al año y es fin de semana», se lamentaba Iñaqui, que desde Madrid recorre con su atracción «toda España» y no ha tenido nunca problemas con el horario. «Cuesta un dinero desplazar a la gente», remarcó. «En otros mercados cada uno cierra cuando quiere, pero aquí todos corriendo como si fuésemos el top manta, yo al principio creí que era una broma», se quejaba Elisabeth, de Zafra

También las tres barras tuvieron que dejar de servir. La de Marwan estaba «llena» pero empezaron a recoger. «Nosotros acatamos las condiciones del pliegos», señaló Carlos. El hermano mayor de la Soledad, se mostraba muy satisfecho de cómo está funcionando su barra, cuyos beneficios se destinarán a restaurar el Amarrao a la Columna. Su caseta estaba llena de gente a la una «pero son las normas y con esas condiciones la montamos», al tiempo que dijo entender que los bares tienen derecho a atraer clientes estos días.

También hay vendedores conformes. Anabela Quevedo participa desde hace 8 años en Al Mossassa con el puesto de velas aromáticas. Procede de Tarragona y manifestó que para ella el horario del mercado «está fenomenal porque es muy amplio para que la gente pueda venir, comprar y disfrutar». Anabela, que viaja por toda España, sí reconoció que en la mayoría de los mercado no hay límite horario. «Este es el único en el que nos avisan de que hay que cerrar».