Me insisten mis vecinos del Casco Antiguo y yo mismo lo veo. Ha cambiado algo, no mucho; pero hemos de admitir una cierta mejora, aunque muy escasa.

No comprendo por qué hemos de dar un margen a la compañía adjudicataria, gracias al reciente concurso. Era de suponer su conocimiento del problema en el momento de presentarse y la necesidad de un plan de choque. ¿A qué viene darle cien días de tregua? Ni son políticos, ni la concesión es una elección. Ni nosotros, contribuyentes, estamos obligados a tener paciencia alguna, porque los pagos se hacen desde el primer momento.

Que la gestión del ayuntamiento en materia de limpieza ha sido desastrosa ya es un clásico, pero no sólo en el estricto ámbito al que me refiero. También, y eso continúa siendo una calamidad, en el de la policía. En el control del cumplimiento de las ordenanzas vigentes.

Los ciudadanos no somos culpables del mal funcionamiento municipal, fuera del día de las elecciones, pero es injusto achacarle todos los pecados al ayuntamiento. Sólo el de inhibición.

Basta con salir temprano a la calle, por ejemplo un domingo por la mañana. El centro está asqueroso.

La concentración de locales de ocio y la afluencia de público lo dejan así. Y los clientes, pena da decirlo, carecen de cultura urbana. Pero, atención.

Bastantes de los hosteleros de la zona tienen la mala costumbre de no limpiar lis espacios que ensucian sus clientes y, cosa inconcebible, lo hacen, cuando lo hacen, al abrir y no al cerrar.

Y, por lo que se refiere a los vecinos, es cada vez más frecuente ver a satisfechos burgueses --con edad para no admitir excusas-- paseando un perrito, que depone, y lo deja todo hecho una pena. Algunos de esos ciudadanos se quejan, luego, de la suciedad y culpan al ayuntamiento. Los conocemos, habitan junto a nosotros.

Nuestros regidores han pasado la responsabilidad de la limpieza de la ciudad a una empresa privada, pero no la de controlar que cumpla con los extremos del contrato. Pero, no obstante, siguen manteniendo la muy grave de vigilar que vecinos y comerciantes no ensucien, o no limpien, sus áreas de influencia. Y, si no, policía municipal al canto y sanciones. La educación de nuestros visitantes es cosa de su familia y del colegio. Y eso-