Periodista

El acuerdo entre los gobiernos portugués y español sobre el trazado de la línea internacional del tren de alta velocidad por Badajoz viene a resolver una de las incógnitas más tercas de despejar que hemos tenido durante al menos tres o cuatro años. Es un hecho importante que el oeste ibérico quede conectado entre sus regiones de la Raya, Alentejo y Extremadura y ambas con las capitales de los dos estados y el resto del mundo, que ojalá y conecte con el Transiberiano.

Una inversión importante en infraestructuras y nuevas tecnologías, pero además comunicadas con el resto del país y de Europa, supondrá un buen acicate para el desarrollo de la zona, hasta hace bien poco prácticamente incomunicadas para las necesidades de rapidez y comodidad que se estilan, pero no hay que engañarse. Un tren de alta velocidad corre mucho y llega pronto, pero no servirá de nada si va y viene vacío.

El Alentejo y la región Centro de Portugal podrán romper su aislamiento y el olvido de su propio Gobierno; Badajoz tendrá salidas a los puertos de Setúbal y Sines y quedará a una hora de Lisboa y a tres de Madrid. Pero el tren de alta velocidad es caro para economías familiares como la de esta zona, por eso es necesario mejorar el tren no-AVE --no me atrevo a decir normal, porque aquí nunca llegó a serlo; sólo faltan los indios abordándolo a caballo-- y completar las autovías, además de otros aspectos. Badajoz debe prepararse ahora para nuevas obras, la estación en Caya, la remodelación de la antigua que quedará como urbana, y otras. Llega el AVE, ahora sólo falta el tren.