TPtara lo único que sirve el Estado en definitiva, si lo miramos bien, es para minimizar los efectos del azar. Antes de la existencia del Estado moderno, los súbditos estaban expuestos a los vaivenes del hado en forma de desastres meteorológicos imprevisibles e irresolubles, de epidemias masivas, de hambrunas colectivas, de incendios incontrolables, de matanzas inevitables. Entonces el azar dictaba su ley en todo y las masas estaban expuestas a esa intemperie en la que el destino de cada uno solo dependía exclusivamente de la suerte. Esa situación de desamparo secular empezó a cambiar con la aparición del Estado tal como hoy lo conocemos. Gracias a ese avance hoy podemos pronosticar los efectos del clima y tomar las medidas pertinentes, atajar epidemias, prevenir enfermedades, asistir a los más humildes, pensionar a los jubilados, subsidiar a los parados o corregir la violencia privada. El habitante, el súbdito de las antiguas naciones sometido a los avatares ciegos de la fortuna, con el nacimiento del Estado moderno se convirtió en ciudadano, es decir, en sujeto de derechos.

En España hoy, sin embargo, el azar vuelve a imponer su ley por causa del retroceso del Estado y eso se traduce en una impredecible lotería en la que solo los ricos ganan. Aquí vuelve a ser una lotería encontrar trabajo, darle un futuro a los hijos, poder investigar en tu laboratorio, que te atiendan adecuadamente en Urgencias, que te concedan la beca a la que tienes derecho, que si eres policía te haya tocado uno de los escasos chalecos antibalas existentes antes de que te dispare un atracador, que la misma riada del año pasado no vuelva a anegar tu negocio un año después, o que el sistema te proteja adecuadamente si eres mujer maltratada en peligro de morir asesinada. Volvemos a ser no un país de certezas sino un país de sorteos, en el que a la inmensa mayoría nunca le toca el premio. Eso explica el éxito lacrimógeno de la campaña de la Lotería de Navidad de este año, en el que un desgraciado en paro y sin ningún futuro rompe a llorar porque le toca la lotería de tener un amigo solidario al que le ha tocado la lotería. El mensaje subliminal de esta campaña, pues no hay que olvidar que la Lotería es estatal y su promotor es el Gobierno, no puede ser más evidente: "si quieres salir del hoyo, juega a la lotería o búscate a otro que te ayude, pero conmigo no cuentes".