Se está discutiendo estos días la subida a la plaza Alta del mercadillo que ahora se instala en el antiguo ferial. Me parece una idea magnífica. Que luego no digan en el ayuntamiento que sólo critico.

Cuando el mercado se trasladó de aquella su primitiva ubicación se cometió un error histórico. Pero, claro está, hubo razones poderosas para hacerlo. Quizás no se supo encontrar una solución adecuada. Ya sé que el criterio de un intelectual pesa poco en decisiones de esta índole, y más con la que está cayendo. Pero no me resisto a opinar.

El mercado que se trasladó al campus, era la respuesta modernista al que, al aire libre, ocupaba la plaza. Y a la propia arquitectura de ésta, debida al obispo Marín Rodezno, sólo consagró algo que ya existía sin forma definida: el mercado medieval, hijo legítimo del zoco árabe. Los zocos árabes medievales solían colocarse cerca de las sedes del poder. El de Batalyaws se situaba ante la puerta del Capitel y se extendía por el área frontera a la alcazaba.

Por si esto sirve de argumento a alguien: el mercado tenía más de mil años de antigüedad en aquel lugar. Soluciónense los problemas técnicos y súbase de nuevo allí. No hablo sólo de la plaza Alta, sino del eje Suárez de Figueroa, plaza de San José, plaza Alta y Campillo. Eso sí que sería un empuje decidido para el Casco Antiguo. Todo con el debido cuidado y respeto hacia todos y todo.

Parece mentira que los defensores de las esencias no salgan a apoyar esta iniciativa municipal. El mercado sí que estaba allí desde siempre, no desde hace cuatro días mal contados, como otras cosas sañudamente defendidas.