TEtstamos en tiempos muy duros y hay que darle vueltas a la cabeza con seriedad. La crisis, como lobo hambriento, da dentelladas a diestro y siniestro dejando en el paro a familias completas o quedándolas a expensas de un empleo en precario; es el lobo de la recesión que deja pelados los huesos de la economía de los hogares en los que entra; es la peste que se extiende haciéndose más poderosa. Contra esta fuerza destructiva el Gobierno ha puesto en marcha un plan para que no nos arrase y poder minimizar al máximo las bajas. En la estrategia diseñada se encuentra el Fondo Estatal de Inversión Local del que a la ciudad de Badajoz le corresponden algo más de diecisiete millones de euros. Ahora queda la tarea de decidir a qué se dedica ese dinero; es la hora de darle vueltas a la cabeza, con seriedad, sin perder de vista el objetivo del estratega: dar trabajo a quien lo perdió, hacer posible que los huesos roídos de la economía de muchas familias vuelvan a cubrirse de carne, que los músculos cojan fuerza y la traspasen a la economía de su entorno.

En esta fase nos encontramos. Hay poco tiempo y es preciso decidir dónde gastar el dinero. Unos dicen que en el Casco Antiguo, otros que en los barrios periféricos y otros que en quitar las barreras arquitectónicas que aún hay en la ciudad. Todo esto está bien y son cosas buenas para Badajoz pero, pensando en el objetivo del Fondo, pregunté qué es lo que generaba más empleo en el sector de la construcción. Me dieron varios datos interesantes: la rehabilitación de edificios requiere dos veces y media la mano de obra que la misma inversión en construcción de carreteras y medio trabajador más que en obra civil. Me cuentan que esa es la brújula que marca la dirección a seguir. Quizás ha llegado la hora del Fuerte de San Cristóbal, de terminar lo que resta en plaza Alta y sus aledaños y otras rehabilitaciones que quedan en la ciudad. Para el resto, si no genera mano de obra, están las inversiones que prevean los presupuestos municipales cuando se nos quieran presentar.