Pequeñas cosas me ocupan la mente. Contemplo la vida cotidiana, la diaria. Niños paseando con sus padres y personas mayores caminando tranquilos o tomando el sol en los bancos, esperando el regreso de los hijos y los nietos. Estampa feliz que adquiere tintes de pesadilla cuando leo que la Unión Europea aconseja la prolongación de la vida laboral hasta los setenta años. El normal devenir de la vida que creía contemplar se resquebraja y se convierte en decorado que oculta la realidad tras las bambalinas.

En unos años serán más los mayores que se calienten al sol y menos los niños que paseen con sus padres, y habrá personas en edad de ser abuelos que no tendrán nietos porque sus hijos no tuvieron otros hijos. Caminarán o se sentarán al sol sabiendo que a nadie esperan. Son los padres que ahora veo pasear llevando de la mano a los adultos de mañana, los que trabajarán para mantener las pensiones de sus padres que se habrán jubilado a los setenta para mantener la de los abuelos que ahora caminan y se calientan sentados en los bancos. Y luego, cuando los niños que no han tenido hijos lleven muchos años trabajando, les dirán que deben seguir en el tajo, hasta los setenta y cinco o --ya puestos-- hasta los ochenta, porque el sistema no puede pagarles una etapa más larga de descanso.

Muchos a cobrar y pocos a trabajar. Me enredo en estos pensamientos y pienso en los en los que no tienen trabajo. Absurdo sistema este que quiere prolongar la vida laboral a unos, mientras mantiene a otros apartados. Dicen que no nacen niños suficientes para asegurar el relevo generacional y que peligra el equilibrio de la sociedad del bienestar por falta de gente que cotice. Absurdo sistema que clama por nuevos trabajadores futuros y es incapaz de integrar a millones de parados.

Desconozco dónde está el nudo que nos tiene atrapados en la sinrazón, el punto en el que se enredó la madeja, pero hay algo oscuro en los razonamientos que me hace intuir que aquí hay engaño. Hilos manejados por manos ocultas que nos hacen bailar sobre el escenario.