Así se expresa el general Marbot : "En efecto, Fernando volvió al palacio en medio de las aclamaciones del populacho y de las tropas, mientras que el Rey y la Reina, temiendo por la vida de su favorito y, quizás por la suya, cedieron ante el terror y los malos consejos de algunos timoratos. Pensando que el mejor medio de calmar a la multitud era dejar la autoridad real en manos de su hijo, ¡firmaron el acta de abdicación!

Desde el momento en que se hizo pública este acta una alegría frenética se apoderó de la población de Aranjuez y alcanzó bien pronto a Madrid y a toda España, sin que nadie pensara que la llegada de los franceses podría venir a perturbar esta dicha(...) Sin embargo, sus tropas descendían en ese momento las alturas de Somosierra y de Guadarrama, avanzando en dos columnas, una estaba en Buitrago y la otra cerca de El Escorial, donde el príncipe Murat podría entrar al día siguiente con 30.000 hombres a los que seguían numerosos refuerzos.

El Príncipe de Asturias, a quien llamaré Fernando VII , no dejaba de estar inquieto sobre el efecto que la ilícita recepción de la corona podría producir en el ánimo de Napoleón y en el de Murat. Así pues se apresuró a enviar al emperador a varios grandes para demandar su amistad y la mano de una de sus sobrinas y le despachó a Murat al duque del Parque para explicarle los acontecimientos que acababan de suceder en Aranjuez. Una vez tomadas estas disposiciones, Fernando VII organizó su gabinete, llamó a los duques de San Carlos y del Infantado y al canónigo Escoiquiz , y los colmó a los tres de mercedes.

En el momento en que el estado mayor de Murat cruzaba las montañas de Guadarrama, el 19 de marzo, tuvimos las primeras noticias del motín de Aranjuez. El 20 de marzo conocimos la abdicación de Carlos IV y la proclamación de Fernando VII. Murat apresuró su marcha y, el 21, estableció su cuartel general en El Molar, donde reinaba un desorden atroz, pues la población, llevada por una alegría feroz, quemó y saqueó las residencias del Príncipe de la Paz, de su familia y sus amigos. Los habría masacrado incluso sin la intervención del conde de Beauharnais que les ofreció, en la embajada de Francia, un asilo que nadie osó violar".