La semana pasada ha sido un paréntesis en la celebración de conciertos tanto en los referidos a música sacra como en los de contenido profano, por cuanto esos días han estado dedicados íntegramente a las conmemoraciones religiosas de la Semana Santa. No obstante eso no quiere decir que la música no haya estado presente, incluso de forma destacada, por cuanto en los desfiles procesionales participan muy activamente las Bandas de Música y las Bandas de Cornetas y Tambores interpretando las marchas dedicadas a las más diversas advocaciones y a las diferentes imágenes, que han generado un extenso repertorio de magníficas composiciones, que constituyen verdaderos conciertos itinerantes pues son obras maestras que han proporcionado a sus autores merecida fama. Entre otros muchos podrían ser citados el compositor toledano Emilio Cebrián con célebres marchas como Jesús Preso y Macarena, el onubense Abel Moreno con A la voz del capataz, Hermanos Costaleros y La madrugá. Es con frecuencia interpretada La Saeta que popularizara J. M. Serrat sobre un poema de A. Machado en instrumentación de Fernández Ríos. En Extremadura compusieron marchas procesionales Santiago Berzosa, Albero Francés y, en Badajoz, dedicaron obras a la Virgen de la Soledad los maestros Juan Pérez Ribes, Antonio Cotolí y Vicente Soler Solano.

Como quiera que cada vez son más numerosas y de mayor calidad las agrupaciones musicales extremeñas, ello ha contribuido a que los desfiles procesionales de nuestras poblaciones se estén viendo dotados de su presencia sin necesidad apenas de recurrir a bandas foráneas, incluso son requeridas en otras localidades fuera de Extremadura.

A estas inefables marchas hay que agregar las denominadas saetas, ese canto profundo en forma de lamento o de plegaria que surge desde un balcón, o a pie de calle, como un destello de emociones contenidas. Emulando a Juan Salazar ‘Porrina de Badajoz’, o a la cacereña Teresa ‘La Navera’, contamos con excelentes cantaores de esta manifestación religiosa del sentimiento popular.