Vinculada desde hace años al voluntariado, María Jesús Población trabaja en Una casa para todos , la sede de Cruz Roja en el Cerro de Reyes, donde desarrolla un programa dirigido a mujeres de la ciudad en riesgo de exclusión social, como toxicómanas, prostitutas, reclusas y mujeres maltratadas.

--¿Qué les ofrecen?

--Asesoramiento, acompañamiento, orientación y formación. Les hacemos currículum y cuando tenemos una oferta de trabajo las llamamos. También nos ponemos en contacto con empresas para que las contraten. Dentro del programa de atención a las prostitutas, que ahora hemos ampliado, salimos por la noche a la calle para proporcionarles alimentos y apoyo.

--¿Qué tal se portan los empresarios?

--Suelen responder bien, pero sólo acudimos a empresas de ayuda a domicilio y de limpieza. Sabemos que no es fácil porque no es lo mismo decir soy ex reclusa que soy ex recluso.

--Atienden a mujeres muy diferentes, ¿tienen algo en común?

--La falta de formación y el bajo nivel cultural. Muchas dejaron los estudios muy pronto y no llegaron nunca a terminarlos y eso dificulta su situación.

--¿Cómo responden ellas?

--De momento muy bien. Al principio todas tienen miedo, no saben quiénes somos ni a qué venimos, pero este año son todas estupendísimas. A veces desaparecen un tiempo, pero luego regresan y confían de nuevo en ti para salir del atolladero y buscar otro empleo.

--¿Cuándo comenzó su implicación en estos proyectos?

--Llevo dos años en Cruz Roja con este programa, pero en el tema de la mujer llevo mucho tiempo trabajando para favorecer la situación y denunciar los casos graves.

--¿Tienen más posibilidades de salir que los hombres?

--Deberían tener las mismas posibilidades, pero la mujer tiene más dificultades para salir de la marginalidad, es más vulnerable porque la sociedad le atribuye más cargas y responsabilidades.

--¿Hay recursos para ellas?

--Las ayudas están ahí, pero pedir una ayuda conlleva aceptar un compromiso y a algunas les cuesta mucho.