Los 300 vecinos de la pedanía de Alvarado llevan más de una década (el pasado octubre se cumplieron los 10 años) esperando que el agua potable llegue a sus viviendas. Así dejarán atrás el ritual que tres veces por semana deben llevar a cabo: recoger las bolsas de agua que Aqualia deja en el interior de un contenedor situado en unas dependencias municipales y cargar con ellas hasta sus casas para poder abastecerse. Antes de que se tuviese que recurrir a este sistema, los vecinos consumían el agua de los pozos que aún abastecen sus viviendas, pero los niveles de nitrito y nitrato que se detectaron no eran aptos para el consumo humano.