Las instalaciones del matadero municipal situadas en El Nevero fueron inauguradas en marzo de 1982 y ayer, casi 28 años después, se realizaron los últimos sacrificios de animales porque desaparece este servicio público en la ciudad sin que el ayuntamiento tenga determinado el uso ni del local ni de la maquinaria. El concejal del matadero, Alberto Astorga, señaló que en estos momentos no existe ninguna opción de venta ni de alquiler y que ahora se realizará el inventario y almacenamiento de maquinaria y utensilios.

El matadero municipal se abrió inicialmente en la avenida Ramón y Cajal, donde ahora está el edificio Presidente. Posteriormente se trasladó al polígono industrial, a otro lugar distinto del actual y allí funcionó doce años hasta que se cerró para homologar las instalaciones hasta que se abrieron las actuales. El ayuntamiento llevaba años anunciando el cierre justificado por las pérdidas que acumulaba cada año y porque no era un servicio público obligatorio. Antes de cerrarlo, intentó privatizarlo pero la única empresa interesada no avaló las inversiones pretendidas.

Ayer se sacrificaron los últimos animales: seis terneros y 200 lechones. El lunes se repartirán con los camiones de los entradores porque los del matadero ya no podrán salir.

En este servicio hay 23 trabajadores (incluídos los de administración). Cuatro ya han sido despedidos y el resto será recolocado. Los laborales fijos de la sociedad limitada del matadero irán al servicio del cementerio, mientras que los ocho funcionarios no saben todavía a qué servicios serán reasignados, ya que están sopesando varias opciones.

El ánimo entre los trabajadores no es unánime, pues si la mayoría de los matarifes están contentos de que al menos no van a ir al paro, los encargados sí lamentan tener que dejar este trabajo, al que se han dedicado los últimos treinta años.

Pedro Lara es el encargado de la matanza y teme que cuando cierren las instalaciones sean pasto de los ladrones. Allí queda mucha maquinaria (desde la de cortar el esternón de los terneros, que cuesta más de 6.000 euros, a la de cuartearlos, la de cortar los cuernos, el chamuscador, elevadores hidráulicos, carrilería, motores y cámaras frigoríficas) que han supuesto una importante inversión. Lara puso en duda que el servicio haya dado siempre pérdidas, pues no se ha dejado de sacrificar nunca. El problema es que está sobredimensionado "pero eso se podía haber arreglado", apuntó y añadió que el ayuntamiento no ha invertido nada en las instalaciones desde que se homologaron.

Pero advirtió que "peor están las del matadero de Olivenza", donde deberán trasladarse a sacrificar los entradores que hasta ahora mataban en Badajoz, porque aunque están en construcción unas nuevas instalaciones, aún no hay fecha de apertura.

Ramón Guillén es el encargado de mantenimiento y ayer ya tenía asumido el cambio que va a afrontar su vida laboral. Guillén lamentó que no ha habido empeño en hacer rentable estas instalaciones. Un ejemplo está en el centro de desinfección, que costó 48.000 euros y no ha funcionado nunca, a pesar de que habría reportado algunos ingresos.