Estuvo casi media hora el pasado sábado con medio cuerpo fuera de la ventana y medio dentro, "sin fuerzas para volver atrás" y a punto de caer por el patio interior del edificio donde vive, en el tercero B del número 1 de la calle Jacinta García Hernández. Estuvo así hasta que sus voces alertaron al vecindario y éste a la policía (ver diario de ayer), que acudió de inmediato pudiendo rescatar a tiempo a José Cordón Cordero, brigada de la Guardia Civil jubilado de 88 años.

José Cordón se mostraba muy agradecido por cómo todos sus vecinos acudieron de inmediato en su auxilio, "y un cerrajero que vive en el primero A abrió la puerta con no se qué y pudo entrar la pareja de la Policía Nacional, que automáticamente me cogieron y me metieron en casa", contó. Y lo hizo convencido de que le salvaron la vida, porque los minutos se hacían eternos en ese estado.

"Yo me disponía a cambiar una cuerda del tendedero, que me había dicho la muchacha que estaba mal, y como lo había hecho ya antes, me puse, pero mire usted, no tengo ya las facultades de antes y al tratar de poner la cuerda en la carrucha, se me fue el cuerpo hacia adelante y me tuve que agarrar a la palometa y al cordel y pedir auxilio; si caigo, me mato. Avisaron a mi hija y a mi yerno y vinieron de momento, pero había aquí al menos veinte personas; y también una enfermera del 112, que me atendió por si tenía alguna fractura o alguna cosa", explicaba ayer señalándose las zonas del vientre y las piernas donde aún tiene algunos hematomas "de estar apoyado en el bastidor".

José Cordón ha estado "nervioso estos días; soy hipertenso y tengo cardiopatía hipersensible, arritmias, pero hoy estoy más tranquilo", aunque aún revive cierto nerviosismo cuando se le pregunta qué sentía cuando se encontraba en esa situación. "Yo pensaba, Dios mío, ayúdame. Llegué a pensar que me podía caer y si me caía, me mataba; podía caer de cabeza, en fin, son tres pisos; y si no me hubiese matado, habría quedado imposible para toda mi vida".

Cuando se le pregunta cómo aguantó, José Cordón respondió que "sacando fuerzas de flaqueza, con medio cuerpo para allá y medio para acá y sujetándome fuerte". Se había subido a un taburete para llegar al tendedero. Eran "entre las doce y la una" cuando se encontró en una situación tan difícil como la expuesta. No obstante, había pasado por otras en su vida, y así contó como salvó a un hombre de morir ahogado, "a un portugués, yo estaba en el puesto fronterizo de Huelva; se lo llevaba la corriente, le dije que se agarrara a unas piedras y yo le recogí con la barca del puesto. Y lo salvé".

Su vida ahora transcurre "tranquila, como un jubilado de las fuerzas del Estado, de la Guardia Civil". ha sido presidente de su comunidad de vecinos durante 11 años, por lo que es un hombre conocido y querido por todos ellos. Ayer daba "gracias a Dios porque todo haya terminado bien".