Manuel Godoy nació en una casa situada en la calle Santa Lucía en 1767 y con tan solo 17 años partió a la Corte de Madrid. Tras una fulgurante ascensión logró ser primer ministro del rey Carlos IV y se convirtió en el político que más poder ha tenido en la historia de España, aunque también en uno de los más denigrados, pues pasó media vida en el destierro y murió exiliado en París en 1851.

Para rescatar su figura y hacer justicia a uno de los pacenses más universales, el Ayuntamiento de Badajoz aprobó en pleno traer sus restos y dedicarle un monumento. Lo primero aún se está gestionando, pero lo segundo --aunque se pretendió que ambos coincidieran-- se hizo efectivo en junio del 2008, cuando se inauguró una escultura del Príncipe de la Paz en la rotonda de la plaza de San Antón, obra del escultor Luis Martínez Giraldo.

Con este acto, la ciudad también saldó una deuda histórica, ya que en 1807 el ayuntamiento de entonces acordó rendir homenaje a Manuel Godoy y levantar un monumento en su honor, un acuerdo que nunca se llevó a efecto. Así, dos siglos después tuvo lugar el tributo que sirvió para restaurar la memoria del ilustre personaje y desdeñar la leyenda negra que le ha acompañado. Ahora, la ciudad espera que bajo su escultura reposen algún día los restos mortales del valido de Carlos IV.