No es la primera vez que expreso en estas líneas mi preocupación por los accidentes de tráfico y las dramáticas consecuencias que habitualmente acarrean. Vidas inútilmente perdidas y familias enteras destrozas por un simple descuido o por ignorar los estragos que el alcohol puede hacer al volante.

Afortunadamente, en los últimos años, desde los gobiernos y algunas entidades privadas, se le está plantando cara a esta terrible lacra social y los resultados los hemos visto esta Semana Santa con la reducción de la siniestralidad en las carreteras.

Sin embargo, hay determinadas actuaciones que, en mi opinión, pueden transmitir un mensaje equivocado y sobre todo a los más jóvenes, un sector de la población muy sensible y que registra gran número de accidentes de tráfico.

Y me estoy refiriendo al convenio que firmaron recientemente la Consejería de Administraciones Públicas y la Fiscalía de Badajoz, para que los menores que hayan sido denunciados por delitos de tráfico, algunos con posibles responsabilidades penales, puedan evitar ponerse ante un juez, haciendo un curso de formación y sensibilización. Que dicho así, lo del curso, suena hasta bien, pero que realmente se trata de dos días en los que los jóvenes van a la Academia de Seguridad Pública para recibir unas charlas por parte de policías locales y psicólogos. Incluso aquellos que quieran podrán firmar un documento donde se "comprometen" a cambiar su conducta.

Parece que me los estoy imaginando: "Vamos, chicos y chicas malas, la próxima vez tener cuidado y no conduzcáis a 200 kilómetros por hora, que os podéis hacer pupita". "¡Anda que conducir sin carnet!- ya os vale. Venga, venga, firmar el papel y portaros bien".

Al margen de la ironía y sin poner en duda la valía de los profesionales que impartan esas conferencias, ni las buenas intenciones de la medida, creo que el mensaje de persimibilidad y del todo vale que le puede estar llegando a los más jóvenes es muy peligroso.