«Una vecina comenzó a avisar a los demás y todos seguimos haciéndolo por los telefonillos. Yo estaba en el baño y salí en pijama para coger el ascensor antes de que lo pararan», manifestó Juan Hidalgo, presidente de la comunidad, que va en silla de ruedas. Como él, hay «otra chica con discapacidad en el 3ºC, que los vecinos bajaron andando», señaló María Fernández, del 4ºF. Ambos, como Diego Corrales, del 3ºH; y Cándido Montero, del 4ºG, contaron cómo «primero fue una explosión y pensamos que sería alguien dando patadas a los contenedores, pero luego siguieron otras y eso ya no era normal». «Mi hijo duerme junto a un patio interior y se despertó, comenzó a llamarnos diciendo que hay explosiones y huele mucho a humo, tenemos que salir», dijo María, en un corro en el que a pesar del susto, «menos mal que no ha sido una tragedia», decían, no perdieron el humor, en un ejemplo de coordinación y solidaridad entre vecinos que bien pudiera haberles salvado la vida o de algún daño, en una colaboración ejemplar. F. L.