Antonia Ortega, madre de David Sansegundo, el joven asesinado en el patio de la prisión de Badajoz el 28 de septiembre del 2006, declaró ayer en el juicio con jurado que se sigue contra Antonio R. P. y explicó cómo su esposo, Manuel Sansegundo, perdió la razón a raíz del asesinato de su hijo, que por otro lado, señaló que mantenía relaciones esporádicas con la joven que después lo denunció por un delito de violencia de género.

"Mi marido tenía pesadillas, dolores de cabeza, pasábamos las noches levantados hasta que yo abría el bar restaurante que tenemos, pero un día escuché que se golpeaba la cabeza y gritaba: David, David, dónde estás. Pedí a mi hija que buscara ayuda y el médico lo ingresó en el psiquiátrico, pues había intentado suicidarse varias veces", según contó Antonia Ortega.

A preguntas de la acusación, la mujer afirmó que había sorprendido a su esposo "en lo alto de un pino y con una cuerda. Le pregunté que a dónde iba y me dijo: con David, porque está solo. Se tiró y se rompió la cuerda". Dos veces se arrojo al río.

En otra ocasión,"estuvo dos días perdidos y lo encontramos en el cementerio junto a la tumba de su hijo", contó. Y recordó otro ingreso en el psiquiátrico porque intentó agredir al alcalde Villar del Rey. "Se obsesionó con que por él había ido mi hijo a prisión", y le cogieron cuando se dirigía a su casa con una botella de gasolina. Por este hecho fue juzgado recientemente y absuelto, aunque ingresado en tratamiento psiquiátrico.

La mujer contó cómo la muerte de David afectó a su otro hijo. Tras el episodio del padre comenzó a beber y ahora se encuentra ingresado en un centro Reto en tratamiento de deshabituación. María Ortega se enteró de la agresión a su hijo porque la Guardia Civil les avisó "a las tres de mañana y nos dijeron que fuéramos al Infanta Cristina, en Badajoz".

Además de la mujer, ayer testificaron cinco funcionarios, que confirmaron que no vieron lo ocurrido; que no había vigilancia en el patio; que los propios internos les informaron de fue Antonio R. P. quien había agredido a David y que el acusado no fue cacheado nunca. Uno de ellos contó que cuando llegó al patio encontró "un silencio sepulcral. Se cortaba". Otro, el educador del módulo 6 que recomendó el traslado del joven para apartarlo de otros presos que trapicheaban con drogas, afirmó que el joven tenía "una conducta normalizada" y estaba "poco delincuenciado y poco institucionalizado".

ASISTENCIA SANITARIA También lo hicieron la médico de la prisión, que acudió "rápido", desde la sala de guardia hasta la enfermería, después de la ATS. En su opinión, David presentaba "una herida grave". Tras una primera atención, se avisó al 112, que acudió "sorprendentemente rápido", para que lo trasladara al Infanta Cristina, donde falleció. Y la subdirectora médica aclaró que el acusado había estado en tratamiento de metadona, aunque no recordaba si en este centro o en otros anteriores.

Los forenses consideraron el arma utilizada "compatible" con la herida de David, que falleció por un "shock hemorrágico y un fallo multiorgánico". Asimismo, indicaron que el acusado no presentaba síntomas de trastornos derivados del consumo continuado de drogas y que era "imputable", según sus informes.

El juicio continuará hoy con la presentación de los informes de cada una de las partes, que se espera que se mantengan en la línea de sus conclusiones provisionales, salgo algún pequeño cambio en la defensa, que mantiene que Antonio R. P. no fue el autor del crimen.