Refrescar los cuerpos con estas temperaturas no es sólo agradable sino necesario. No tan agradable, pero sí muy necesario, es refrescar la memoria. Era noviembre de 1997, una fecha amarga para esta ciudad, que amaneció inundada por el agua y la solidaridad, como titularon muchos medios de comunicación. Del destino de los damnificados se siguió hablando años después, pero de las personas anónimas que entregaron parte de su tiempo y su dinero a Badajoz nunca se supo nada.

Esas personas ingresaron en distintas cuentas bancarias millones de motivos para confiar en nuestra especie. Algunos de esos fondos llegaron a Cáritas, que decidió emplearlos en las barriadas afectadas, Cerro de Reyes y Suerte de Saavedra, construyendo un centro social en cada una. En la primera fue así, y en la segunda lo será..., pero una década después. En 1997 se podían comprar diez pisos de tipo medio con 50 millones de pesetas, hoy apenas uno. Eso es lo que ha pasado con el centro de Suerte de Saavedra, se hará incompleto por la gracia de la burocracia y la Administración. Creo que alguien debería dar una explicación de por qué nuestro dinero perdió valor, y corregir el desatino.