Si alguien creyó alguna vez que la moción de censura que el PSOE anunció que impulsaría en el Ayuntamiento de Badajoz tendría visos de salir adelante, ya puede ir desengañándose, porque a estas alturas de la película es misión imposible. Nadie puede dudar de que los socialistas se lanzaron a hacer públicas sus intenciones porque contaban con el respaldo necesario de los otros dos grupos de la oposición, que sumaban 14 votos frente a los 13 de los que dispone el PP. Pero pasaron los Carnavales, la Semana Santa y hasta la romería de Bótoa y el PSOE va a tener que darse por vencido en sus intenciones, ya fallidas, si finalmente el expediente abierto al exportavoz del grupo municipal de Ciudadanos, Luis García-Borruel, le suspende de militancia de forma definitiva y se materializa la intención de pasar a ser un concejal no adscrito. El anuncio de la moción de censura ha sido causa y a la vez consecuencia de la situación actual de la corporación municipal pacense. Si no se hubiese adelantado, tal vez la formación naranja no habría precipitado la debacle de Borruel, que al mismo tiempo ha provocado la caída en picado de las pretensiones de la oposición.

Ciudadanos se dio con un canto en los dientes cuando en las últimas elecciones municipales consiguió dos concejales, los justos para convertirse en la llave de la mayoría, que sin ellos, ni el PP ni la oposición tienen. C´s apostó y permitió que los populares siguiesen gobernando y que sacasen adelante los presupuestos del 2016. El PP se las veía felices con sus socios. Pero una relación se mantiene a base de los pequeños detalles del día a día. Dos no rompen si uno no quiere.

Pocos podrían llegar a elucubrar entonces que transcurrida la mitad de la legislatura, la situación del ayuntamiento diese el vuelco que se está produciendo en las últimas semanas por la ruptura del grupo de C’s. El hasta ahora portavoz se encontraba cada vez más incómodo compartiendo bancada con el equipo de gobierno y el PSOE confiaba en él y en los dos votos de su grupo para desbancar al popular Francisco Javier Fragoso.

Pero Borruel no sólo no estaba solo en su grupo, como ahora ha quedado más que evidente, sino que la otra mitad de Ciudadanos no había participado en los sueños de la izquierda. Borruel debía pensar que no habría problema para convencer a su compañera Julia Timón, porque hasta ese momento habían ido los dos a una, como en Fuenteovejuna, o como una pareja de mosqueteros. No podían dar el paso sin el permiso de su partido, porque corrían el riesgo de ser expulsados, y con la aplicación del cambio de la ley electoral contra el transfuguismo, sus votos se devaluarían y ya no servirían a la oposición para sus fines, que no eran otros que dejar de serlo.

Sus cálculos han fallado. El partido ha ganado la partida. Ciudadanos ha movido ficha antes de que Borruel pudiese sacar ningún as de la manga. Con su expulsión de la formación naranja, el voto de Borruel sería insuficiente para cualquier plan que la oposición pretenda, pues con los 9 del PSOE y los 3 de Podemos, sumarían 13 frente a los 13 del PP, que cuenta con la disponibilidad expresa de Julia Timón, que se convierte en la llave maestra de cualquier acuerdo que requiera mayoría en la corporación municipal. El supuesto de que Timón apoyase la moción de censura es un imposible. La concejala ya ha dejado clara su valoración sobre «las esperanzas frustradas» del PSOE tras el relevo de la portavocía en Ciudadanos, esperanzas «que no tenían ningún tipo de base». Alguien se lanzó al vacío antes de instalar la red.