No hay duda de que la provincia de Badajoz posee una enorme riqueza arqueológica. Su posición geográfica la convirtió en un corredor de pueblos, de creencias y, en definitiva, de cultura, desde la Prehistoria más temprana. Hoy sabemos, en términos de Arqueología, más sobre ella y en ese aspecto más de lo que conocíamos hace sólo treinta años. Las investigaciones, desde los primeros años de la democracia hasta la actualidad, han contemplado un incremento espectacular. No incluyo los trabajos de urgencia y seguimiento. A falta de publicación adecuada de la mayoría, su valor científico está por ver. De todo este transcurrir el Museo Arqueológico ha sido un testigo excepcional. Ahora cumple 150 años y los celebra de un modo más que modesto. Con una exposición itinerante y raquítica. Difícilmente se compadece con la labor desarrollada en la provincia todos esos años. De Badajoz ciudad apenas nada. Y con el apenas exagero la abundancia. Porque, en conjunto, el nivel de información reunido ahora sobre la arqueología de la capital no es ni sombra de su situación a fines de los setenta del siglo XX.

El actual museo se debió a la cristalización de deseos muy antiguos. Pero los catalizadores de todo fueron beneméritas personas ligadas a la Fundación Pedro de Valencia de la Diputación Provincial, de labor no reconocida públicamente. Porque esta institución, aunque haya perdido fuelle, ha sido una gran promotora de la arqueología extremeña. A la vista está. El museo ya nació corto de espacio. Nadie podía prever lo que iba a ocurrir al pensarse en una sede honrosa. Pero sí se podía haber reorganizado ésta de otro modo, cuando se reabrió. Ahora volvemos a tener una nueva oportunidad, perdida hace pocos años cuando se instaló la Biblioteca Regional en el Hospital Militar. Si aquella se va a mover al antiguo Hospital Provincial, ¿por qué no se traslada una parte del Museo Arqueológico al local que deja vacante la biblioteca? Así podría preocuparse por los restos más antiguos de la ciudad, en manos del Hado o, aún peor, de espabilados de lance. El Museo, tal como hoy está, con todo su valor, es un muy breve escaparate de lo que somos en arqueología. Y de la ciudad de Badajoz no digamos.