En la lista de personajes estrafalarios de la historia, confieso mi asombro por George Brummel, que llegaba a tardar 5 horas en arreglarse e invertir una de ellas en hacerse el nudo de la corbata o mi admiración por Abdul Kassem Ismael que, llegando a tener una espléndida biblioteca de 120.000 manuscritos, se hacía acompañar por ella en cada uno de sus viajes con una caravana de 400 camellos ordenados alfabéticamente. No obstante, más allá del personaje que gobierna Corea del Norte, la historia contemporánea nos ha proporcionado referentes de la más absoluta estupidez humana. Saparmurat Niyazov gobernó Turkmenistán de 1985 a 2006. Un tipo curioso. Prohibió la ópera, el ballet y el circo, a los artistas cantar con playback, encender la radio en el coche, llevar el pelo largo, a los presentadores de televisión que se maquillaran, cambió el nombre de los meses, suprimió el juramento hipocrático de los médicos y desterró a los perros de la capital del país, entre otras perlas. Niyazov fue un ejemplo más de que el mundo es capaz de lograr las metas más altas y de crear a los mayores idiotas. Desde un diputado bobo que dice que Cataluña tiene acuerdos secretos con la OTAN en el camino de la independencia hasta los majaretas que hicieron lecturas políticas domésticas en la muerte de la princesa Leia. Ahora, cuando el mundo tiene más analistas políticos que nunca -desde una tertulia radiofónica al twitter, pasando por un bar o la peluquería-, tenemos un jefe de Estado del que se dudan sus convicciones democráticas así como el proceso electoral que lo ha elegido, capaz de hostigar la libertad de prensa con peligrosas prácticas, enervando a sus vecinos hasta la humillación, haciendo declaraciones homófobas y misóginas cada vez que puede, alentando el nacionalismo interno, hostigando a sus adversarios y usando todos los resortes que le da el poder para sembrar el pánico, como dicen los pedantes, en todas las cancillerías occidentales. Pero Putin ha demostrado ser mucho más listo que Trump porque no le hacen manifestaciones en contra, nadie fuera o dentro de Rusia se ha planteado su destitución y cada vez que toma una decisión, el mundo le respeta. O le teme, que es otra opción, mientras que al rubio se lo toman a cachondeo. Niyazov gobernó 20 años y no sé si estamos preparados para tanta montaña rusa.