"Entraba aquí como Pedro por su casa". Así se refería ayer Sandra Panadero al hombre que durante un mes frecuentó su bar, Los Sauces, diciendo que era inspector de Sanidad. Sandra cree que él "lo había preparado todo, tenía un plan, pero no sabía que yo era más lista que él". No era una casualidad que el bar llevara abierto solo seis meses y que ella, con apenas 20 años, fuera la dueña, y que además él viviera cerca. "Si yo no estaba preguntaba a mi padre por mí", relata.

"Llegaba a las siete de la mañana, cuando acababa de abrir, y pedía un Sol y Sombra, que luego no abonaba". Según recuerda, "al principio me daba miedo negarme a darle el dinero, aunque tengo todos los papeles en regla y no podía pasarme nada".

Su forma de actuar le hizo sospechar enseguida, por lo que se puso en contacto con un familiar que es gestor administrativo y le dijo que las tasas no se cobran de esa forma. "Entonces decidimos descubrirle, pero para ello tenía que hacerme de pruebas. Conseguí sacarle el nombre y los apellidos y que firmase los albaranes". Según Sandra, "él representaba su papel, hablaba de un establecimiento al que le había precintado unos sacos de harina y hacía que hablaba por teléfono con alguien sobre los papeles de mi negocio". La joven denunció este caso "para que no le ocurra a ningún otro hostelero".