En sus diferentes escritos sobre poder, represión, vigilancia y sociedad disciplinaria, Foucault llega a escribir que el poder no es algo que funcione sólo negativamente, negando, restringiendo, prohibiendo y reprimiendo, sino también positivamente, produciendo formas de placer, sistemas de conocimiento, bienes y discursos. Algo de eso intentó demostrar el profesor de historia Ron Jones en 1967 con su proyecto de La tercera ola, por medio del cual pretendió, de forma práctica, explicar la autocracia a sus alumnos del instituto de Palo Alto en California. Los hechos fueron trasladados a un libro en 1981 y al cine (La ola, de Dennis Gansel) en 2008 y se narra cómo en apenas unos días se puede construir una férrea tiranía de proporciones incalculables y consecuencias terribles. La tercera ola, siempre la más temible, acabó al quinto día por los excesos, por la extrema vigilancia de unos a otros, por los acosos a los que no pertenecían al grupo, por la aparición de un colectivo con vocación de masa y ansías de revolución totalitaria. ¡Y es que es tan fácil manipular a las masas con imágenes, con discursos, con liderazgos y con ensoñaciones y promesas! El profesor Jones quiso demostrar la facilidad con la que se inoculan los ingredientes que conforman una mentalidad totalitaria: una simple y maniquea ideología que trata al otro como enemigo, la organización de un grupo altamente cohesionado sobre signos identitarios, la pretensión de ser reconocidos como legítimos representantes, el recurso a la violencia física y verbal para eliminar a opositores, disidentes y ambiguos y, por supuesto, la aparición y el liderazgo de un personaje carismático que fija objetivos y maneja los mecanismos de control y vigilancia. Puigdemont no tiene pinta de ser líder de nada y el ridículo del censo universal, los niños como escudos humanos y las urnas de la señorita pepis dicen poco en su favor, pero alguien tan mediocre como él puede situarse perfectamente al frente de todo este populismo y llegar en una tabla de surf sobre la tercera ola. Se está siguiendo el guión de octubre del 34. Aquella rebelión apenas duró unas horas pero murieron 46 personas y hubo más de tres mil detenidos. A veces son tan fuertes las olas que ni los más experimentados surferos pueden controlarlas.