Once personas se han beneficiado ya de las dos viviendas compartidas con las que cuenta el Instituto Municipal de Servicios Sociales (IMSS) para hombres y mujeres que tienen dificultades para afrontar el pago de un alquiler en solitario. La primera de ellas se abrió en el 2014 y está destinada a mujeres. Ya han pasado por ella cuatro inquilinas, ahora se han quedado dos de las cuatro plazas libres y se ocuparán en breve. En la casa para hombres, que empezó a funcionar en febrero de este año, también han estado ocupadas todas las plazas desde el principio. Uno de ellos se marchó hace poco tras mejorar su situación laboral y ayer llegó un nuevo inquilino.

El IMSS puso en marcha este recurso con el objetivo de dar respuesta a un perfil de demandante de viviendas sociales que iba en aumento: personas que están solas y que tienen dificultades para que se les adjudique una casa porque se da prioridad a familias con más miembros.

Las dos viviendas compartidas del ayuntamiento están en Villafranco del Guadiana. El IMSS las reformó y equipó. Cada inquilino dispone de su propio cuarto y el resto de espacios (salón, cocina y baños) son de uso común. Los beneficiarios abonan 50 euros al mes en concepto de alquiler, con los que se cubren los gastos de agua y de luz. «No es un piso tutelado ni para víctimas de la violencia de género. A los inquilinos se les adjudica una plaza en una vivienda compartida y tienen total libertad», aclara la concejala del IMSS, Rosario Gómez de la Peña.

INFORME SOCIAL/ La adjudicación entre los solicitantes de casas que reúnen este perfil se avala con un informe social y la plaza no se ocupa por un periodo concreto, sino que los inquilinos pueden quedarse en estas viviendas hasta que se solucione su problemática o hasta que decidan marchase por voluntad propia. En el momento en el que se le adjudica, el beneficiario tiene que comprometerse, mediante la firma de un documento, a cumplir unas normas básicas, con el objetivo de garantizar la convivencia y el buen uso de este recurso. «Si no se cumplen, tienen que abandonar la vivienda», explica Rosario Gómez de la Peña, quien apunta a que de otra forma sería «inviable» esta prestación.

La primera vivienda compartida empezó a funcionar como experiencia piloto y era para mujeres. A la vista de que había solicitudes de hombres, el IMSS decidió adecuar otra casa para ofrecerles un recurso similar. «Los hombres están muy contentos con la experiencia, porque todos estaban atravesando circunstancias de gran necesidad», valoró la concejala del IMSS.

De momento, según señaló Rosario Gómez de la Peña, no está previsto ampliar el número de viviendas de esta clase, fundamentalmente, porque el ayuntamiento no cuenta con propiedades que se puedan adaptar a este tipo de necesidades, pues se requiere de inmuebles de gran tamaño para que pueda convertirse en un espacio compartido por personas sin lazos familiares.

La casa de las mujeres dispone de cuatro dormitorios, una cocina, dos salas de estar, un baño y un aseo. El ayuntamiento invirtió 26.000 euros en rehabilitarla y equiparla al completo. En el caso de la vivienda compartida para hombres también dispone de cuatro habitaciones independientes, dos salones, cocina y baños. La casa se acondicionó con 33.340 euros y se amuebló con otros 15.000 euros, ambas partidas con cargo al Plan de Impulso de la Economía Local.

CONVIVENCIA/Uno de los factores que se ha tenido en cuenta en las adjudicaciones de plazas en estas viviendas es que las edades de los inquilinos no sean muy dispares, con el objetivo principal de facilitar la convivencia. Los posibles perceptores que acudan a la Delegación de Vivienda quedan en una lista de espera hasta que haya vacantes.

El trabajador social de los poblados es la persona que está al cargo de estas dos viviendas, para velar por su buen funcionamiento y para atender cualquier necesidad que pueda surgir a los inquilinos, pues como en el resto de viviendas sociales del ayuntamiento es la administración local la que sufraga las reparaciones que haya que acometer.