Periodista

El portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Badajoz, Moisés Cayetano, afronta estos días la asunción de un papel difícil, en el que tiene que conjugar la representación que ostenta dentro de unas siglas, con la racionalidad de sus planteamientos sobre el urbanismo de la ciudad.

El partido que gobierna en Badajoz quiere modificar la línea de exclusión de la riada, que es la que la que la Junta, la Confederación y el ayuntamiento consensuaron hace seis años, tras la tragedia, y viene marcada por la previsión de que no se vuelva a construir donde haya el más mínimo riesgo de inundación. El problema es que, por encima de la línea inundable, que está determinada por el rastro que dejó el agua aquella fatídica noche, es el ayuntamiento el que tiene que expropiar, y no tiene dinero suficiente. Ya pretendió en su momento que en lugares donde iba zona verde se pudiera construir, pero la Junta lo rechazó. Ahora de nuevo quiere hacerlo, bajo el argumento de que la línea trazada divide algunos edificios y viviendas y hasta los corta por la mitad. Siendo así, la lógica sería aplastante.

La Junta se niega a permitirlo mientras no haya alguien de otra administración que le asegure que el agua no va a llegar hasta ahí. Menuda valentía. A ver quién es el técnico guapo que firma que no habrá un diluvio universal. Esa es una decisión política.

Moisés tiene claro que el PSOE de aquí no puede contradecir al PSOE de Mérida, que es el que finalmente tiene que rubricar lo que el ayuntamiento determine, con lo cual, poco puede discutir él aquí sobre algo que ya está decidido allí.