El 5 de julio del 2007, hace más de diez años, el ya famoso astronauta de origen pacense Miguel López-Alegría visitó Badajoz para dar su nombre a un parque, el situado en las traseras del colegio Enrique Segura Covarsí. Fue un acto de homenaje al que asistieron amigos y familiares, dotado de oficialidad con la presencia del entonces alcalde, Miguel Celdrán, que alabó la figura de López-Alegría, de quien destacó su perseverancia y tesón y al que describió como «un gran portador del desarrollo de las ciencias». El astronatua, como no podía ser menos, agradeció el gesto de la corporación municipal de dedicarle un rincón de la ciudad y confesó que era la primera vez que recibía un homenaje de este tipo.

El parque está bordeado por las calles Salvador de Madariaga, Francisco Vacas y Antonio Martínez Virel, todas ellas distinguidas con sus placas de azulejos. En ningún muro del entorno aparece una referencia al astronauta, ni tampoco en el interior. Hace diez años, cuanto tuvo lugar el homenaje, el ayuntamiento colocó sobre el césped de uno de los parterres una estructura metálica que enmarcaba el azulejo con la nomenclatura Parque Miguel López-Alegría. Astronauta. s. XX-XXI. Según comentaron entonces, era una placa provisional, hasta que se colocase de forma definitiva. Pero en el parque no aparece y pocos en el entorno conocen cuál es su verdadero nombre.

En La Pagoda de Narciso, Gema Lagoa y Rubén Mayoral coincidían ayer en que no sabían que este espacio tuviese nombre propio. «Para nosotros es el segundo parque», porque existe «el primero», en la plaza Francisco Vera. Y eso que «llevamos años viviendo aquí, cuando todavía era campo». «Es el parque de las piedras», bromeaba el trabajador de un taller, refiriéndose al material incómodo de los senderos. No tenía ni idea de que estuviese dedicado a alguien. Tampoco Lucía Ruiz, una joven que lo frecuenta con su perro. «Nosotros lo llamamos el parque del Enrique (por el colegio)». Suele acudir con sus amigos y no ha visto ninguna placa, ni provisional ni definitiva.