La patria es la lengua, es decir, el territorio espiritual de los hombres. Porque la lengua es, antes que nada, espíritu. No es la patria la tierra, o no es solo ella. En cambio la lengua sola puede ser la única patria. Lo han demostrado durante milenios los judíos, que al conservar el hebreo, con sus variantes, sobrevivieron como pueblo a las pérdidas de los territorios donde nacieron y donde después se asentaron en la diáspora. La lengua tiene tal poder que gracias, entre otras cosas, a ella, han logrado los judíos reinstaurar una patria territorial en su ámbito de origen. La lengua permite el prodigio de que hombres y mujeres nacidos en lugares geográficos distintos y lejanos, se sientan compatriotas y miembros de una misma comunidad espiritual solo por hablar del mismo modo.

Estos días está haciendo patria española por el mundo ese señor de las letras que es Mario Vargas Llosa , nacido en el Perú. En su discurso del Nobel incluyó numerosas palabras de agradecimiento a España --y a nuestra lengua-- y tuvo la grandeza de reconocer que, sin España, él no sería hoy el escritor que es y, a lo mejor, ni siquiera sería escritor. La lengua española tiene esta capacidad portentosa de generar un inmenso ámbito patrio en el que todos sus hablantes, procedan de donde procedan, comparten no solo la lengua, sino también un sustrato espiritual, cultural y antropológico propio. Eso nos diferencia de otras patrias lingüísticas, como el inglés, porque el escritor norteamericano, el canadiense, el hindú o el chino que escriben en inglés, siguen siendo cada cual de su nación y solo de ella, mientras que el peruano, el colombiano, el argentino o el chileno que escriben en español son, además, españoles, y españoles en su acepción histórica, es decir, hispanos, lo que prueba el poder ancestral y acogedor de nuestra lengua. Por eso han tenido que reunirse todas las Academias de la Lengua Española del mundo para terminar de poner en la patria común las particularidades integradas, cosa de la que está privado el inglés por motivos que no cabe comentar aquí, pero que denota una de las diferencias claves entre nuestra patria lingüística y la anglosajona. Todo eso se ha reconocido y ha brillado con luz extraordinaria con la concesión del Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa, ese gran patriota de lo nuestro.