Hacer el agosto en el mercadillo pacense no está resultando nada rentable a los vendedores ambulantes, que se quejan amargamente de la escasez de público y de ventas. Muchos consideran que éste está siendo el peor de los últimos años. "No recuerdo un agosto tan malo como éste", se quejaba ayer ante su puesto de pantalones vacío Manuel Santos.

Las altas temperaturas y la crisis hacen mella también en el mercadillo, que, según José Silva, "apenas dura tres horas, nos vamos antes de la una de la tarde porque la gente viene sólo a comprar fruta y se marcha enseguida", según José Silva.

Los compradores acuden a primeras horas, hacen sus compras rápidamente y parten a las piscinas o a refugiarse a sus casas de las altas temperaturas. En cambio, durante el resto del año "la gente viene a pasar el día al mercadillo y recorren todos los puestos", recordó.

Para Araceli Jiménez, que tiene un puesto de complementos, este mes están siendo "horrible", ya que según dice "hay poco dinero y el poco que hay la gente lo quiere para las piscinas y las terracitas". Las camisetas de la selección española que hace unos meses causaban furor y tanto vendió, ahora ya no interesan a los clientes.

El verano de los vendedores ambulantes no es para las vacaciones, según explica esta mujer. "Vivimos como las hormigas, en verano trabajamos para cubrir los meses malos de lluvia del invierno, pero este verano se ha trabajado justo para el verano".

Aunque Araceli y su familia acuden todos los días de la semana a un mercadillo distinto, tiene tiempo alguna tarde para llevar a sus hijos a la piscina. "Ayer por la tarde fui, pero no todas las tardes las tenemos libres porque se suele aprovechar para comprar género y salir de viaje".

Isabel Macías, una clienta habitual, reconocía que se podía circular sin dificultad por el mercadillo, "está más flojo que otras veces que no se puede ni andar", señaló esta ama de casa que viene de Alcanchel casi todas las semanas a los dos mercadillos de Badajoz, "y siempre me llevo algo, aunque sea de tres euros".

Aburrido de esperar clientes, Manuel Santos piensa en recoger pronto su puesto. Se muestra además pesimista ante los cambios que se avecinan con el traslado a El Nevero: "al mercadillo de Badajoz le quedan días".