Ayer se vivieron intensas emociones en el coso de la avenida de Parladeras. Fue una tarde pletórica de significado, porque resultó todo un acontecimiento que tres toreros tan importantes como Antonio Ferrera, Miguel Angel Perera y Alejandro Talavante, los tres extremeños, torearan juntos la corrida del 40 aniversario de la plaza pacense. Y lo hicieron por méritos propios, no por localismos mal entendidos.

El público que abarrotaba el coso, prorrumpió durante el paseíllo en una cerrada ovación, que se recrudeció cuanto antes de romperse el desfile, se escuchó el himno de Extremadura. ¡Qué momento tan emotivo se paladeó ayer!

Después la corrida se vivió con pasión, porque lo que los tres diestros dejaron sobre el albero bien lo mereció. El encierro, tuvo la diversidad que dan seis toros de diferentes ganaderías. Bien presentados y cada uno en el tipo de su encaste, ofrecieron buen juego, con diversos matices. Al final se fueron casi todos a tablas, e incluso a chiqueros, pero antes se movieron y lucieron buenas embestidas.

El toro que abrió plaza era un castañito de Alcurrucén, estrecho de sienes y tocado de pitones. Ya de salida Antonio Ferrera mostró lo mejor de sí mismo en el recibo a la verónica, cuando meció bien el capote y le fue ganando terreno. Ofreció el diestro un tercio clamoroso de banderillas, cuando el astado mostró su espléndido tranco, y el toro llegó al último tercio en extremo pastueño, porque la suya era una uy dulce embestida.

En la faena de Ferrera hubo dos series con la mano diestra de muy buen trazo, y le costó el acople cuando toreó al natural. Acortó distancias e incluso en corto el de Alcurrucén dio cuenta de su calidad. Al final cobró una estocada defectuosa.

Cuando saltó el cuarto al ruedo, de José Luis Pereda, Antonio Ferrera estaba decidido a reventar la corrida, porque lo recibió con las dos rodillas en tierra. Lo grande estaba por llegar y llegó en un segundo tercio clamoroso, cuando clavó cuatro pares que enardecieron al público.

Después hubo en el trasteo dos series en redondo en las que el toro afloró lo que caracteriza a los buenos toros del encaste Núñez, ese tranco de más, ese desplazarse más allá en la muleta. Fueron dos series muy logradas pero el burel se fue con descaro a las tablas. Allí el diestro llevó a cabo un toreo cambiado, antes de matar de una estocada caída, en la que fue volteado. El público, entregado, le pidió el rabo, que paseó Ferrera.

Miguel Angel Perera sorteó un primer toro de Zalduendo, al que cuajó una faena de buena ejecución, planteada casi toda por el pitón derecho, muy ligada y de mano muy baja, como gusta este gran torero. Con el astado a menos, lo tomó en corto y se dio un arrimón. Mató de una gran estocada y cortó un trofeo.

La faena de Perera al quinto es de las de enmarcar. Era de Fuente Ymbro y se llamaba Harinero , como otro toro al que indultó. En ella se apreció lo que es el toreo de cante grande, ese toreo de mano baja con media muleta arrastrada por la arena. La suavidad lucía en los toques y la muleta se mostraba planchada. Colocado en el sitio, el torero tiraba del toro y los muletazos, en redondo, muy ligados, brotaban limpios y cadenciosos. Pinchó dos veces y lo que pudo ser un triunfo de clamor se quedó en una sóla oreja.

La cruz ayer le correspondió a Alejandro Talavante porque le echaron al corral su primer toro, tras los tres avisos reglamentarios. Fue de El Pilar, y tuvo un punto de aspereza al final del pase, porque tenía tendencia a derrotar. Fue esa una faena desigual, en la que hubo alguna tanda muy buena por el pitón derecho, con algún desarme a lo largo del trasteo. El uso de la espada todo lo emborronó.

Sin embargo, ante el sexto de Núñez del Cuvillo, Talavante estuvo soberanamente bien. Le daba sitio y le esperaba muy asentado, para así lograr sendas series en redondo con la derecha magníficas, porque le llevaba largo y muy por abajo. La sutileza de los toques de Talavante engrandecieron la faena pero también mató mal sin disculpas, y la tarde pasó para este torero al que adora el público.