Periférico no es sinónimo de excéntrico, pero hay un matiz común a ambos conceptos: el de estar alejado del cogollo, distanciado del núcleo. Pudiera entenderse que ambas cosas son lo mismo y que periferia y excentricidad son las dos caras de la misma moneda, cuando, por ejemplo, alguien en Extremadura --que es periferia por antonomasia-- invierte su dinero no en un negocio con garantías de rentabilidad, sino en otro con certidumbre de agobios y de exceso de trabajo y preocupaciones, como el de editar libros --prueba indiscutible de excentricidad donde las haya--. Pues benditos excéntricos de nuestra periferia. Benditos seáis, Marino González, Julián Rodríguez, Manuel Vicente González, Angel Campos --ahora más bendito todavía--, Pedro Almoril y Pedro Felipe, Isidro y Paco Alvarez, José María Casado , y algunos otros que en esta tierra han editado o editan libros poniendo ellos el dinero. Son los promotores, los creadores de algunas de las editoriales más imaginativas y prestigiosas, a pesar de su pequeño tamaño, como De la Luna libros, Periférica, Los Libros del Oeste, Indugrafic Editores, Memphis Editores, Tecnigraf Editores o Universitas Editorial .

Lo han tenido o lo tienen tan claro que uno de ellos, Julián Rodríguez, le dio precisamente ese nombre a su aventura, consciente del lugar donde estaba y del lance que emprendía, y llamó Periférica a su editorial. Su labor ha sido y es extraordinaria, publicando para Extremadura y para España a numerosos autores americanos y europeos, muchos de ellos inéditos en nuestro país o en nuestro idioma, y complementando la gran labor del resto de las editoriales extremeñas, algunas de ellas más centradas en autores extremeños y españoles. Y ahora ha llegado el reconocimiento en forma de Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial de España, concedido por el Ministerio de Cultura a Contexto, la empresa común que ha formado Julián con media docena de editoriales de la periferia, en una unión natural como la que engarza, unas con otras, a todas las playas, que siempre son periféricas, porque estaría bueno que, encima, Madrid tuviese mar. Lo increíble es que ese premio no tiene dotación económica.

Animo al lector a que busque y compre libros de editoriales extremeñas, para que esta periferia de benditos excéntricos sea cada vez más luminosa.