Técnicos de la Guardia Civil expertos en reconstrucción de accidentes manifestaron ayer que los frenos del autobús que transportaba a 41 trabajadores de la Junta desde Mérida a Badajoz sí funcionaron cuando el vehículo se salió de la calzada al tomar una curva para salir de la autovía y entrar en Talavera de la Real. En el accidente murieron dos mujeres y otras 30 personas resultaron heridas

Eran las 15.30 horas del 20 de junio del 2005 cuando el conductor del vehículo, J. L. H. D., perdió el control en una maniobra debido a que "no funcionaron los frenos", según manifestó en el juicio que se siguió en el Juzgado de lo Penal 2 de Badajoz, lo que hizo que autobús chocara contra el quitamiedos y saltara sobre un terraplén. En ese momento la mayoría del pasaje, 35 mujeres y 5 hombres, iba dormida, como explicaron los propios viajeros. María Teresa Rayo contó que iban "tan deprisa que daba sensación de inestabilidad". Luz María Miranda sintió que el autocar "salió volando".

INOCENTE El conductor se declaró inocente y su abogado mantuvo ese criterio para pedir su absolución, por entender que el accidente se debió a un fallo en los frenos, como intentó demostrar con testimonios de varios conductores que han sufrido incidentes con los frenos en vehículos similares, aunque sin llegar a la gravedad de este caso.

El fiscal, por su parte, mantuvo sus conclusiones, con las que coincidieron en buena parte las siete acusaciones particulares presentes en la causa, basándose en los testimonios de los testigos, todos ocupantes del autocar, y de expertos de la Guardia Civil, para mantener la acusación contra el conductor por dos delitos de imprudencia grave con resultado de muerte y 26 de lesiones, por los que solicitó 4 años de prisión, 6 de inhabilitación profesional y retirada del carnet de conducir, además de indemnizaciones que superan los 600.000 euros en total, que deberán afrontar las empresas Leda y la aseguradora Mercurio.

EXCESO DE VELOCIDAD Prácticamente todos los testigos coincidieron en que el vehículo iba a velocidad "excesiva" cuando accedió en el carril de desaceleración para entrar en Talavera.

Todos señalaron que no notaron que el vehículo redujese la velocidad. Y los que iban despiertos, que se vieron "volando hasta que caer en la tierra" y que escucharon gritos de los pasajeros de delante alertando a los demás del accidente. E incluso expresiones como "¡hostia, hostia, hostia! por parte del conductor cuando éste se percató de que no podía retener el autobús. Uno de ellos escuchó que decía "sujetaos, que fallan los frenos".

FRENADA Los miembros de la Guardia Civil que estudiaron el tacómetro del vehículo refrendaron que éste iba a 104 kilómetros por hora cuando entró en el carril de desaceleración y que chocó contra el guardarraíles a 97 kilómetros por hora, de lo que dedujeron que el conductor no frenó a tiempo para detener el autobús, que solo pudo reducir la velocidad 7 kilómetros; en condiciones normales podría haberlo detenido en 88 metros.

El fiscal intentó demostrar distracción y negligencia por parte del conductor, pero los agentes se limitaron a repetir los datos y a decir que no frenó a tiempo. Y afirmaron que gracias a la pericia del conductor, "el vehículo no volcó", pues de haber volcado "estaríamos ante otro tipo de accidente" más grave.

Además, aclararon que los frenos funcionaron, como lo demuestra la huella de derrapaje que quedó en la calzada, de más de 40 metros, sobre las ruedas izquierdas por el movimiento de la carga debido a la maniobra.

En relación a si funcionaron los frenos o no, el jefe de taller de la casa Mercedes, marca del autobús, manifestó que una semana antes del accidente se le revisó el sistema eléctrico de frenada, pero nada más. El mecánico de la empresa Leda señaló que le cambiaron las patillas de freno seis días antes, tras avisarle el conductor de que había hecho un trayecto con problemas de frenada, y que luego lo llevaron a revisión a Mercedes.

Un perito, autor de un estudio encargado por el fiscal, dijo que el que no funcionen los sistemas eléctricos de frenada no significa que no lo haga el sistema normal, y que es difícil que dejen de funcionar todos los sistemas a la vez. El juicio, en el que intervinieron 41 testigos y 19 peritos, quedó visto para sentencia.