La perrera municipal estará en condiciones de acoger de nuevo a los perros abandonados en dos semanas, una vez que terminen la fosa séptica. Estas instalaciones acaban de ser reformadas después de 20 años "en los que no se tocaba un ladrillo aquí", según dijo ayer el alcalde Miguel Celdrán en su visita al centro.

Desde el pasado verano han hecho reformas y adaptado las instalaciones a la normativa, por lo que han alicatado los 20 cheniles existentes, de los que cuatro serán para perros pequeños y dos a animales en observación o lazaretos. En estos han sustituido la carpintería metálica, los comederos y bebederos, y se ha colocado un solado de gres con pendiente hacia el exterior para la evacuación de aguas. Todo para procurar una mayor higiene.

La obra ha incluido el arreglo del edificio, que ha sido adaptado para uso administrativo y sanitario, y que alberga también dos habitaciones, una con jaulas para aves y otra para gatos.

El patio se ha techado para que el veterinario y el personal puedan realizar tareas de desparasitación, vacunación e identificación electrónica de los canes. La obra cuesta 112.209 euros, aunque Cristina Suárez Bárcena dijo que habrá más trabajos.