El Ayuntamiento de Badajoz tiene bajo control el picudo rojo en las palmeras de su propiedad, según asegura el jefe de servicio de Parques y Jardines, Francisco Ramírez. En la ciudad hay 1.000 palmeras canarias de titularidad municipal y otras 2.500 de otras instituciones y de propiedad privada. Desde el 2014, cuando saltó la alarma en Badajoz por la presencia de este insecto importado que ya estaba causando estragos en otras comunidades autónomas, se han visto afectados 37 ejemplares del ayuntamiento, de los que se han muerto 12, 13 se están recuperando y con las 10 restantes el dictamen aún no es definitivo, según Ramírez, quien confía en que esta plaga sea «controlable, al menos en un futuro».

En otras lugares donde llegó primero han conseguido estabilizar la plaga y aunque «han muerto muchas, no las han aniquilado», subraya. Para Ramírez, un 3,7% de palmeras afectadas supone que el resultado de los tratamientos aplicados «son buenos». «Estamos en el buen camino» con la aplicación de soluciones de empresas especializadas.

De todas las especies, el picudo principalmente actúa sobre la palmera canaria macho y el ayuntamiento solo ha detectado un caso que no confirma la regla. Las palmeras son dioicas, con sexo diferenciado. Solo se ha muerto una hembra. La canaria es la especie más afectada, pero no la única. También hay un caso de datilera macho junto al hotel AC, que ha muerto. De momento, otras especies como las washingtonias no se han visto atacadas por el insecto, pero «llegará», alerta Ramírez. El problema de la washingtonia es mucho más grave porque le bicho no ataca arriba en el cogollo, como hace con las canarias, sino abajo, en la base, por lo que provoca que el tronco pueda caerse repentinamente. Hasta ahora en Extremadura no ha habido ataques en esta especie, sí en Levante. De otras especies que no sean canarias, puede haber en Badajoz otros 2.000 ejemplares.

El problema es que no todas las palmeras se tratan. «Si la lucha fuese total, los resultados serían otros, pero al particular no le podemos exigir que asuma ese gasto». Ramírez asegura que han notado un incremento de la plaga «muy importante» en el último trimestre del año pasado. El motivo, según explica, es que aunque el ayuntamiento es estricto en los tratamientos y la vigilancia de sus palmeras, hay cientos que no se están tratando.

Reconoce que hay particulares que se están gastando dinero, «muy pocos, pero los hay». De hecho, llaman a la concejalía solicitando información. Pero muchos otros no lo hacen, fundamentalmente por el gasto que supone. Los tratamientos pueden costar de 200 a 300 euros anuales. Ramírez apunta que el problema grave llega cuando la palmera ya se ha secado, porque legalmente hay que quitarla debido al riesgo de que se caiga, una operación que puede costar alrededor de 1.000 euros. La operación consiste en serrar el tronco, subirlo con una grúa a un camión, depositarlo en el vertedero y allí enterrarlo. «Para los particulares es muy oneroso», reconoce. Tal es así, que se están percibiendo en la ciudad zonas muy atacadas, como es la salida de la carretera de Sevilla. También junto al parque de San Fernando, en la calle Mérida, así como el parque Ascensión. El jefe del servicio desconoce cuántas palmeras no municipales puede haber afectadas pero sí dice que «hay muchas» y la plaga «está extendida por todo Badajoz».

Ayudas. El responsable del servicio municipal entiende que el picudo se podría haber controlado tratando todas las palmeras, pues de hecho «nosotros tenemos buenos resultados con las nuestras». Ramírez apunta que quizá la solución pasa por dotar ayudas para los particulares. «Nuestra lucha se ve muy disminuida por el entorno, si fuese total, habría mejores resultados».

Fue en verano del 2014 cuando saltó la alarma en Badajoz. Se apreció una sola palmera muerta en la avenida de Elvas, junto al puente Real. El ayuntamiento dio cuenta a la Junta de Extremadura, la examinó y se requirió a la propiedad que la cortase y la retirase. Después aparecieron en el Camino de San Vicente. Antes de que llegase, existía una resolución de Sanidad Vegetal indicando las directrices a seguir porque el insecto ya había aparecido en otros municipios. Fue modificada en noviembre del 2015. Se comprobó que no podar podía resultar perjudicial porque se generaba un hábitat idóneo para el insecto. Cuanto más limpia esté la palmera le resulta más difícil escalar. De ahí que ahora la orden sea que se poden bastante.

Hay que diferenciar las palmeras de propiedad municipal de las que pertenecen a otras entidades o de titularidad privada. El ayuntamiento solo puede actuar en las suyas «y lo hacemos intensamente», según el jefe de servicio. Existe un equipo permanente de dos operarios que se renuevan cada dos meses para que no estén sometidos permanentemente a los insecticidas. Según Ramírez, en estos momentos se están aplicando todos los sistemas de lucha contra el picudo rojo que existen en el mercado. Actúan sobre todos los ejemplares, estén infectados o no.

En primer lugar aplican la ducha con pértiga, que consiste en echar en el cogollo de la palmera 30 litros de un producto formado por dos insecticidas (que actúan por contacto e ingestión) y un aceite de verano que sirve para fijarlos a las hojas. Los insecticidas se alternan. En segundo lugar, la pulverización mediante un cañón atomizador en las grandes masas de palmeras, como en la Alcazaba, Ramón y Cajal o San Francisco. Se pulveriza con un insecticida que mata por contacto. En tercer lugar, existe un tratamiento que sólo se aplica en ejemplares muy altos donde no llega la pértiga y que se denomina endoterapia. Consiste en inyectar insecticida en el tronco, que la savia se encarga de subir a la balona (el engrosamiento superior de la palmera) y la larva al comerlo muere. El insecto adulto llega a la palmera volando. El daño lo hace la larva.

A estos tratamientos se va a añadir ahora uno nuevo basado en un cebo con dos kilos de granulado de arroz que se depositan en el cogollo. Este grano está inoculado con un hongo que tiene dos funciones: fortalece las reservas de la palmera y además mata al insecto. Este sistema es fruto de la investigación en la Universidad de Alicante «y parece ser que está dando resultados». De momento, Parques y Jardines ya ha hecho la propuesta de gasto para tratar 100 palmeras y comprobar si es efectivo. Cuesta 30 euros por unidad. Existe además el método de las cajas trampa, consistente en unos recipientes con feromonas que atraen a los escarabajos. Las hembras se matan y a los machos los alimentan con el granulado de arroz para infectarlos y así contagien a otras hembras. Los tratamientos son bimensuales y se alternan.

Ramírez apunta que las palmeras se han depreciado en los últimos años, porque no se pueden plantar en los territorios afectados. Mientras sigan apareciendo insectos adultos en las cajas trampa será mala señal. Y se están recogiendo.