Los ocho poblados de Badajoz, en los que viven entre 8.000 y 9.000 personas, reclaman más viviendas que las que prevé el gobierno municipal, un 70%, pues mientras que el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) propone 780, las asociaciones vecinales consideran necesarias unas 1.150 para atender la demanda actual.

Estos datos se corresponden con las previsiones del PGOU, por un lado y las necesidades expresadas por las asociaciones de vecinos de las pedanías, que son: 36 viviendas en Novelda, que reclama 180; 74 en Valdebótoa, que requiere 168; de 37 para Sagrajas, que precisa 70; 33 para Balboa, que requiere 50; 69 para Villafranco, que pide 100. En Alcazaba con 42 y Gévora con 526, están satisfechos. Estas consideraciones han llevado al grupo socialista a elaborar alegaciones.

La concejala Elisa Gómez y el portavoz del grupo, Moisés Cayetano, señalaron, además, el descontento en los poblados con que se lleve al fondo de las poblaciones las zonas industriales, lo que supone cruzar toda la zona urbana para llegar a ellas, por eso piden que estén en los laterales y con buenos accesos.

USO DE LOS HUERTOS También proponen, con las asociaciones vecinales, que los huertos, la menos 30 en cada poblado, en vez de destinarse a zona verde se dedique a suelo para viviendas, ya sean de la Junta o de la Inmobiliaria Municipal.

Cayetano denunció el abandono permanente de los poblados por parte del ayuntamiento, que "considera a sus vecinos ciudadanos de tercera", cuando, apostó Gómez, "pagamos los mismos impuestos que los demás, y lo cierto es que son muy interesantes para vivir con calidad, dignidad y prestigio".

La edil socialista afirmó que "los redactores del plan no conocen los poblados, a su gente, sus paisajes, su forma de vida, "si no, no dejarían zonas para aparcar tractores y aperos, ni impedirían la segregación de viviendas familiares, como pretenden, con lo que hasta ahora, los padres proporcionaban suelo a sus hijos para hacerse una casa".

Además, señaló, no se prevén infraestructuras ni soluciones a casos como el de Gévora, que los niños cruzan la vía del tren para ir a los campos deportivos, sin que se haga un paso elevado.