Visto lo visto en Badajoz los próximos programas electorales deberían contener un extenso capítulo dedicado al tráfico y no precisamente orientado a resolver los problemas de los ciudadanos sino los suyos propios que, dicho de paso, son bastante más peliagudos.

En esta ciudad donde sobran rotondas y faltan aparcamientos e infraestructuras viarias que mejoren el tráfico, que levante la mano quien no haya sido "presa" alguna vez de los afanados agentes locales. Una sonora multa, la retirada de puntos o incluso tener que acudir al deposito de vehículos, cabrea, duele al bolsillo y si me apuran puede provocar hasta alguna polémica familiar. Nada que no se pueda solucionar achicando la cartera o desahogándose con la oportuna reclamación.

Pero en el caso de los políticos y más si se trata del responsable de la policía local o el candidato de un partido a la alcaldía, la cosa pinta más fea. Se juegan su puesto de trabajo, el de sus compañeros y hasta su reputación. Lo vimos en el famoso caso Astorga y ahora le toca el turno al recién elegido candidato socialista a la alcaldía de Badajoz. Esta semana hemos sabido que Ricardo Cabezas fue denunciado hace dos meses, y según consta en la sanción, por no haber pasado la ITV. Es decir, una infracción administrativa leve.

¿Puede suponer una crisis política para Ricardo Cabezas y su partido este nimio incidente?. La experiencia periodística me dice que sí. La cercanía con el caso Astorga hace que en el imaginario del ciudadano sobrevuele la idea de que todos los políticos son iguales, aunque nada tengan que ver ambos sucesos. Y lo que es peor, la garganta profunda que airea el caso de Cabezas está dentro de su propio partido.

En el PP ya se frotan las manos sin poder evitar una sonrisilla maliciosa. Mientras que los socialistas afines al candidato echan de menos la autoridad que ejercían anteriores responsables del partido.

Debe ser el informe policial el que aclare lo que pasó la noche que le dieron el alto a Ricardo Cabezas. Mientras tanto el candidato socialista debe prepararse para gestionar esta crisis y cubrirse las espaldas.