Decenas de vecinos de Cerro Gordo se volvieron a concentrar la tarde noche de ayer en la calle Batalla de San Sebastián, para que nadie pudiera acceder de nuevo a los dos adosados que ocuparon la noche del sábado los miembros de una familia procedente del barrio de San Lázaro, de Mérida, según manifestaron a este diario algunos de ellos, sin querer dar sus nombres por temor a represalias.

Fue la presión vecinal la que logró que la noche del pasado lunes, los ocupantes de dos adosados, «uno como vivienda y el otro para meter los quads, las motos y como trastero», los abandonaran, tras intervenir la Policía Nacional, que los convenció para que se marcharan, mientras se congregaban más de cien personas a las puertas de los inmuebles».

«El más joven de ellos salió a la ventana y retó a todos los vecinos que fuésemos uno por uno, que nos iba a matar a todos», contó uno de los residentes del barrio. Otro se preguntaba ¿Por qué si alguno de nosotros hacemos algo nos meten en la cárcel y a estas personas les permiten todo, hagan lo hagan se van de rositas; se van de aquí y entran en otra cosa, y no pasa nada?».

Otro manifestaba que «si esto les sale, yo hago lo mismo, porque no me llega a fin de mes con lo que gano».

La vecina de una casa aledaña fue testigo de cómo llegaron «en una furgoneta grande de alquiler la tarde del sábado; después llegaron los de Prosegur e intentaron hablar con ellos pero decían que no tenían dónde meterse y que había muchas casas vacías, que eran buena gente».

Los okupas han permanecido en los dos adosados desde la noche del sábado hasta la noche del lunes, cuando la concentración vecinal hizo que llegaran la policía local, la nacional y más tarde la Guardia Civil.

La policía confirmó ayer que los ocupantes se marcharon esa noche. Una vecina señaló que «serían las diez o diez y cuarto de la noche cuando dijeron que se iban».

Otros vecinos contaron cómo «por la mañana entraron en un bar y se negaron a pagar lo que consumieron; desayunaron en otro y avisaron de que no pagarían, y llegaron así amenazando y amedrentando a los vecinos. Luego se escudan en el racismo; aquí no hay racismo, hay una buena convivencia y queremos que la siga habiendo», señalaba apoyado por otras personas presentes en la concentración, la tarde de ayer.

Anoche, varias personas presentes en la concentración de vigilancia expresaron su malestar «porque después de todo esto, nadie nos informa, ni a través de la asociación de vecinos; no están, pero los muebles siguen dentro y han quedado en recogerlos».