Llevaba tapiada y oculta más de medio siglo, aunque su existencia estaba documentada. Una vez rehabilitada, la galería de fusileros del baluarte de San Pedro, situada entre el parque de la Legión y los Jardines de La Galera, se ha convertido en la única de la ciudad recuperada y puesta en valor y podrá ser visitada los fines de semana y festivos de mayor afluencia de visitantes, como en Semana Santa (de 10.00 a 14.00 horas y de 17.00 a 19.00 horas).

Esta posibilidad no existe en otras cinco que están esperando a ser rehabilitadas y que se conservan en los baluartes de Santa María, San Roque (en el palacio de congresos), San Vicente (en la bajada de Castelar al parque Infantil) y dos en el baluarte de San José, donde se encuentra la comisaría de la Policía Nacional. En concreto, la del palacio de congresos está intacta y las de San José, en uso por la policía, una para prácticas de tiro y otra de almacén. En la de San Vicente, una parte la utiliza el servicio de Parques y Jardines y otra está anexionada al instituto Castelar.

La galería rehabilitada fue visitada ayer por el alcalde, Francisco Javier Fragoso. Su recuperación, a la que se han destinado 50.000 euros, forma parte del proyecto Baluartes, donde también se ha incluido en la actuación de museografía del baluarte de San Pedro y de Trinidad. Fragoso señaló que este espacio no puede estar abierto permanentemente "porque como una pequeña joya tiene que estar más resguardada". En la parte superior se han colocado dos cañones, que son réplicas exactas, en tamaño y posición, a los reglamentarios (incluidas las cureñas, que son la base de madera sobre las que se asientan). El alcalde señaló que solicitaron cañones originales al Museo del Ejercito, que denegó la petición porque no prestan piezas de tanto valor histórico para exponerlas en el exterior.

La galería del baluarte de San Pedro se construyó en torno a 1772. Fue obra del ingeniero militar Pedro Ruiz de Olano, que buscaba ensanchar los baluartes y, en este engrosamiento, en lugar de rellenarlo de tierra, creó la galería con aspilleras para fusilería. Su misión era defender el foso de posibles ataques. Tenía que estar lo suficientemente alta como para que desde fuera no pudiera atacarse al interior. Estuvo en servicio sobre todo durante la Guerra de la Independencia, cuando demostró su utilidad. Los ataques de entonces aún son perceptibles en una aspillera que quedó destrozada por un cañonazo. A partir de entonces, como ocurrió con el resto de la fortificación, su valor estratégico militar fue decayendo hasta principios del siglo XX, cuando fue cedida al ayuntamiento. En los años 40, cuando se construyeron en el interior del baluarte unas casas de realojo tras una riada del Rivillas, se cegó la entrada. Así ha permanecido más de medio siglo. Hace dos años se accedió a ella.

La galería está dividida en cuatro tramos, cada uno de ellos con cuatro puestos de fusileros: 16 en total. La longitud ronda los 60 metros. Cuando estaba en uso también existía un almacén polvorín. "El ambiente en el interior mientras se usaba era bastante ruidoso", según explicó Carlos Sánchez Rubio, documentalista de la empresa 4Gatos, responsable del proyecto museográfico. Ese sonido será perceptible por el visitante, pues la galería cuenta con ruido ambiental de disparos.