Muy cerca de la ciudad de Seattle hay extensos y bellos lagos. Desde pequeños botes y desde la orilla los pescadores pasan las horas. Regresa a casa en su viejo Volvo con truchas para la cena, anunciando su proeza mientras se limpia el barro en el felpudo, como un gato que ofrece a su dueño sus dotes de cazador, posando un ratón en el regazo. Mary pinta en el estudio también sin darse cuenta de que la tarde ha caído, con las manos y la cara llenas de pintura de colores, sonríe al escuchar el silbido conocido desde sus tiempos de scoutt. Hoy es un héroe nacional, el abanderado de las libertades, el grafiti arco iris en el muro de Trump y, a la vez, alguien denostado, criticado por los mismos quienes le propusieron como juez del Tribunal de Distrito. Solo un juez. Nada más y nada menos que un juez. Encuentra la solución, a veces, plantando bulbos de otoño. Otras, él y su esposa leen toda la tarde, en silencio, y a su ritmo rumia las trayectorias, las fuentes de luz, comprende el escenario, siguiendo el punto de fuga que queda por fin atrapado entre las tapas de su libro. Así, con la decisión tomada, sin dudas, sin inmutar más que su deslavazada pajarita, pero ni su tono, ni su gesto, apareció templado, dictando in vocce la orden que paralizaba la voz del Presidente del país más poderoso del mundo, el veto migratorio. Y con ello recordó la independencia del poder judicial, garante de que el poder legislativo y ejecutivo no abusen del suyo, y de que lo ejerzan conforme a la ley, respetando la Constitución. Estimó su competencia, la probabilidad de ser declarada inconstitucional la prohibición, el perjuicio directo e irreparable en los demandantes y, sobre todo, acordó que dado el principio de uniformidad en la aplicación de las leyes de inmigración, la suspensión se debería aplicar en todo el país. Los aeropuertos se llenaron de alivio, gente que regresaba a casa, ciudadanos a los que, como prometió el juez Robart al tomar posesión, se les trataba con dignidad, porque los Tribunales deben servir para ayudar a quienes sienten que sus derechos civiles han sido vulnerados aunque esta vulneración provenga del Presidente de los Estados Unidos.