Ocurrió al anochecer del 7 de septiembre del año pasado y generó alarma entre los clientes del centro comercial de El Faro, que veían próximas las llamas. La próxima semana se cumple un año y, según denunció ayer el portavoz socialista en el Ayuntamiento de Badajoz, Ricardo Cabezas, la alameda que se quemó junto al hotel Las Bóvedas sigue utilizándose como vertedero de todo tipo de material en desuso, a pesar de que el equipo de gobierno anunció tras lo ocurrido que limpiaría y vigilaría este entorno. Cabezas acompañó la denuncia con fotografías tomadas la tarde anterior, que demuestran que en el mismo lugar que alcanzó el fuego procedente de Portugal se siguen depositando vertidos, desde muebles a electrodomésticos, ropa, materia orgánica y ripios procedentes de obras de construcción. «Ha ido a más y en estos momentos es la escombrera activa más grande que tiene la ciudad», dijo.

Cabezas inició el curso político hablando de la «dejadez y falta de palabra» del equipo de gobierno y la ejemplarizó en el incendio en el que ardieron 120 hectáreas, tras el cual el equipo de gobierno se enteró de que aquello era «una inmensa escombrera» donde «había de todo, incluso animales muertos». El portavoz socialista apuntó que precisamente la acumulación de estos restos dificultó la extinción y recordó que el Plan Infoex llegó a activar el nivel 1 de peligrosidad. Apuntó que dos meses después de que ocurriera, el PSOE ya denunció que no se habían retirado los vertidos.

A estas críticas respondió el alcalde, Francisco Javier Fragoso, quien apuntó que el incendio no tuvo su origen en la basura acumulada sino que el fuego llegó desde Portugal «y no se pudo controlar». Apuntó además que la alameda afectada es de propiedad privada. A este respecto, antes de que el alcalde hablase, Cabezas ya había señalado que, aunque la zona afectada no sea municipal, el ayuntamiento tiene los medios para obligar a los dueños o limpiarla y pasarle el gasto.

El portavoz municipal también pidió que el equipo de gobierno «asuma responsabilidades» por los incendios en los entornos de monumentos ocurridos este verano y que se repiten cada año a pesar de ser «situaciones perfectamente evitables».