Parece que algunos dirigentes, exdirigentes y notables del Partido Socialista no se han percatado de la situación crítica que vive la formación o, peor aun, que, conociendo la gravedad de lo que ocurre, hubiesen optado por la autodestrucción, por el suicidio. Hay gente en las altas esferas del Partido Socialista, tanto activos como pasivos, que parece que quisieran practicar un psoeicidio, haciéndose el harakiri no en sus propias y bien nutridas carnes --ellos ya son pasado, pero, además, aunque fueran presente, tampoco aplicarían esta conducta cainita de ser ellos los beneficiarios del statu quo-- sino en las del partido. En un momento en que el PSOE remontaba en las encuestas, cuando el nuevo secretario general elegido por la militancia daba los primeros pasos para regenerar y modernizar el partido y devolverlo a la esencia socialdemócrata de la que nunca debió salir, ahí andan esos grupitos de dirigentes, exdirigentes y notables, poniendo piedras en el camino y metiendo palos en las ruedas de una formación para la que todavía puede haber esperanza de recuperación.

A las actitudes bobas e impertinentes de esos dos extraños personajes que son Zapatero y Bono, que se atreven a reunirse con Podemos -¿qué pintan ellos en esta película, de cuyo negro color son además los máximos responsables?- a espaldas del partido y de su secretario general, hay que añadir, entre otros errores, la reacción en clave clientelar de la camarilla del partido en Madrid tras el cese de Tomás Gómez, y las reticencias de la líder del partido en Andalucía. Todo eso origina una hemorragia creciente de votos y da un inesperado combustible electoral a Podemos y a PP.

Las perspectivas electorales inmediatas aún favorecen al PSOE, que ganará en Andalucía y en Asturias y que tiene opciones de recuperar Madrid, Valencia, Extremadura y Castilla-La Mancha, entre otras comunidades dudosas, así como numerosos ayuntamientos. Pero, para eso, es imprescindible la unidad. Si los dirigentes y la militancia no hacen piña de inmediato, el PSOE puede pasar a ser la tercera fuerza política y eso sería catastrófico para la formación. Todo lo que no sea ganar o quedar, como escenario peor, segundos, será la ruina del partido. Si los que aún pueden hacerlo no ayudan, morirán todos. Será un psoeicidio. Como le ha pasado al Pasok griego.