TRtecibo con satisfacción la noticia de que la Junta tiene puesta fecha de caducidad a las viviendas prefabricadas que aún quedan en lo que fueron las Cuestas de Orinaza. Estoy fuera y, entrando en Internet para mantenerme al día de la actualidad de Badajoz y de Extremadura, leo que la administración regional se ha puesto como tope el mes de septiembre para realojar a las familias que tienen sus hogares en lo que, irónicamente, se denomina ´urbanización´; eufemismo para definir un asentamiento de casas pensadas para situaciones provisionales o de emergencia -como las de la riada- pero inaceptables si adquieren la condición de permanentes y, ocho años, según recuerda la diputada Cristina Herrera , son muchos años para vivir con frío en invierno y calor sofocante en verano, rodeados de insalubridad y con vistas a la escombrera.

He subido más de una vez, he hablado con las familias, he leído sus documentos, y -en una ocasión, en este mismo espacio- escribí sobre sus múltiples quejas. También pregunté a quién correspondía. "No todos querían marcharse" me contestaron.

Sé que desde que se tomó la decisión de demoler el barrio ha sido difícil el paulatino realojo de los vecinos de las Cuestas, que ha habido una labor de asistencia social para intentar prevenir futuros problemas de convivencia en los barrios de acogida, pero también sé que las condiciones de vida son inadmisibles; no hay razón que las justifique, cómo tampoco la hay para el excesivo tiempo transcurrido desde que, ultimada la instalación de las viviendas y, antes de ser habitadas, fueran visitadas por Javier Corominas .

Por eso, como comentaba, he recibido con satisfacción la noticia de que ya existe una fecha para que desaparezcan las viviendas prefabricadas. Septiembre, le ha dicho la Junta a la diputada popular.

Espero de verdad que sea así y que se ponga punto y final al último reducto de ´las Cuestas de Orinaza´, las prefabricadas de lo alto de la colina.