¿Qué le regalo?. Esta es la frase más repetida en estas fechas, a la que no es fácil dar una respuesta. Quizás es que no la tenga, porque posiblemente, en muchos casos, no hay nada que comprar y lo que verdaderamente se necesita no se puede conseguir con dinero. Con frecuencia confundimos los términos amor, regalos y felicidad, no sé por qué pues todos conocemos a muchos infelices con los armarios repletos.

Una de las cosas que a más de uno, incluida yo, le gustaría conseguir es tiempo, tiempo libre para regalar y para descansar. Poder dedicar una tarde, sin agobios ni ajetreos, a quedarte con el hijo de tu amiga Ana que no tiene con quien dejarlo, a tomar un café con tu compañera Isabel que acaba de jubilarse en RNE, a ver una película del cineclub con Pedro, a llevar al parque a Pablo, a visitar a la abuela Ana o a pasear un rato con tu vecina Milagros. Aunque, claro, son cosas que no se pueden envolver en papel de regalo.

El regalo más saludable es el que no estresa, el que más sorprende porque no se recibe en navidades, y el que menos dinero cuesta. Para entenderlo, es como el "Feliz, feliz no cumpleaños", de Alicia en el País de las Maravillas .